“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad” (Hechos 20: 29, 30).
Lectura: Hechos 20:31, 32.
En su despedida de la iglesia de Éfeso Pablo da un encarecido discurso a los ancianos de la iglesia para prepararlos para el futuro en su ausencia. Él ha sido modelo de lo que es un pastor al cuidado de los creyentes. Los ha protegido de muchos peligros. Ha ido sacrificando su vida por la iglesia. Les advierte que en su ausencia vendrán hombres peligrosos que los desviarán de la verdadera devoción a Cristo. Lo mismo sigue siendo verdad hoy. Hay hombres perversos y peligrosos que pueden hacer mucho daño a la iglesia, tanto fuera como dentro de ella. ¿Cómo, pues, los pueden reconocer?
Tenemos dos ejemplos de personas que hicieron la misma pregunta al Señor, José y Ananías. El Señor le dijo al primero que debería esquivar a la persona en cuestión y al segundo que ya no era un peligro. Veamos.
“Pero oyendo (José) que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret” (Mateo 2:22, 23). La vida de Jesús estaba en peligro por Arquelao de la misma manera que había estado en peligro por Herodes. Si de vuelta de Egipto José llevaba a su familia a vivir en Belén, que estaba muy cerca de Jerusalén, Arquelao podría buscarlo para matarlo como había hecho Herodes su padre. El peligro era real. Por lo tanto, Dios le advirtió a José que no se estableciesen de nuevo en Belén, sino lejos de allí. José entonces decidió llevar a su familia a vivir en Galilea que estaba muy lejos de Jerusalén, donde estaba el palacio de Herodes. Resultó que su decisión libre coincidió con la profecía. Dios estaba guiando a José, María y el Niño Jesús a un lugar seguro.
Ananías tenía la misma preocupación.: “Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho (Saulo) a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles” (Hechos 9:13-15). Esta historia es un ejemplo de una persona que estaba preocupada acerca de un hombre que podría ser peligroso para la iglesia, y el Señor le dice que ya no es peligroso, que puede tener confianza en él, porque se ha convertido de verdad.
Lo que vemos en estos dos ejemplos es que hay peligros reales y personas que antes eran peligrosas, pero ya no lo son y que el Señor mismo vela por su iglesia y cuando tenemos que evitar a una persona porque podría hacer mucho daño a la iglesia, nos lo dice. El Señor vela por la seguridad de la iglesia. Tenemos que orar, velar y estar al tanto, y Él confirmará si el peligro es real o no lo es.
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