¿INFRANQUEABLE?

“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat. 6:34).
 
Lectura: Mateo 6:25-34.
 
            Jesús enseña que cada día tienen su cuota de mal. Es la cantidad de mal que una persona puede soportar en este momento. Dios tiene medidas para probarnos, con la finalidad de incrementar nuestra fe, para enseñarnos a depender de Él, para enseñarnos a orar y para convertirnos en personas de fe. Si añadimos la carga de mal de mañana a la que corresponde al día de hoy, vamos con doble carga, y esto produce ansiedad, porque es más de lo que podemos soportar. Esto no es culpa de Dios. Él la tenía bien dosificada, pero nosotros hemos duplicado la dosis, y nos podemos poner malos, o estresarnos, o estar preocupados, dando vueltas a cómo vamos a solucionar lo de mañana, sin llevar correctamente la carga de hoy. Si llevamos un sobrepeso de mal, podemos lastimarnos, como el hombre que lo hace en su trabajo y se lesiona la espalda y ya no puede levantar nada. La gracia de Dios es para la carga de hoy.
 
            Tenemos la tendencia de ir amontonando cargas. Es como el hombre que va de viaje y vislumbra una colina por delante. Y un poco más lejos ve otra. Y más lejos aún ve una tercera. En su mente coloca la segunda y la tercera encima de la primera, ¡y ya tiene una montaña! Se queda parado viendo esta montaña en su mente y se ve incapaz de subirla. Claro, ya es una montaña formidable. Nadie podría subirla. Y al ir imaginando lo que puede costar subir esta montaña, se le da un ataque de ansiedad y no puede moverse. Se queda clavado. No puede pensar con claridad, no puede orar, y le entra una debilidad que lo deja postrado en el suelo. Llora. Se desanima. Se obsesiona. Y se le van todas sus fuerzas. Está acabado.   
 
            ¿Qué le ha pasado? Ha amontonado todo para formar una montaña infranqueable. Ha juntado tres jornadas en una. En un día no puedes cubrir el camino de tres días. Si lo hubiese afrontado poco a poco, habría descubierto que Dios le da las fuerzas para subir una colina tras otra. Cada una es el trabajo de una jornada. Lo podría haber hecho si lo hubiese afrontado poco a poco: “Como tus días serán tus fuerzas” (Deut. 33:25). Pero no tenemos hoy las fuerzas de mañana. Las tendremos cuando las necesitemos. Hoy tenemos las fuerzas para la colina de hoy.
 
            Padre amado, ayúdame a no crear montañas infranqueables para mí misma, juntando todos mis problemas que tengo ahora y los que preveo para darme un ataque de ansiedad, sino que confíe en ti, en que tú me ayudarás con el mal de hoy y luego mañana me ayudarás con los problemas de mañana. Gracias por el ejemplo de Jesús que no llevó la cruz todos los días, solo el día que le tocó, y que en aquel día le mandaste la ayuda de un hombre que no preveía hasta que apareció. Ayúdame a aprender lo que el Señor enseñó acerca del mal de cada día y de seguir su ejemplo. Amén.  

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