ERA FÁCIL TENER FE ENTONCES

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar… Pero de los más de ellos no se agradó Dios” (1 Corintios 10:1, 5).
 
Lectura: 1 Cor. 10:1-6.
 
            ¿Hay periodos de la historia en que era más fácil tener fe que ahora? Pensamos en el tiempo de Moisés. Dios hizo grandes milagros. Todo el mundo podía ver que Dios existía. Dios envió las diez plagas de juicio sobre Egipto. Abrió el Mar Rojo y pasaron en tierra seca. Cerró el mar sobre el ejercicio egipcio. Vieron milagro tras milagro en el desierto: agua de la roca, maná del cielo, el monte Sinaí con fuego, relámpagos, truenos y el sonido de bocina. Recibieron la ley escrita por el dedo de Dios. Los acompañó en la columna de nube de día y el fuego de noche. Era fácil tener fe. No obstante, la mayor parte de ellos no creyeron. Querían matar a Moisés y volver a Egipto.  
 
            En tiempos de Josué tuvieron grandes victorias militares. Vieron la caída de los muros de Jericó. Procedieron de victoria en victoria hasta conquistar casi toda la tierra. Pero después de la muerte de Josué, vino el periodo de los jueces en que el conocimiento de Dios se iba perdiendo cada vez más. Cada uno era una ley para sí mismo. Los grandes milagros no conducen a la fe, ni los buenos líderes del pueblo. Nada más pasar a la historia el gran líder, el pueblo vuelve a apartarse de Dios y vivir como los que nunca lo conocieron.
 
            ¿Qué es lo que facilita la fe entonces? ¿La estabilidad política y el bienestar material? Si fuese así, en tiempos del reinado de Salomón deberíamos haber visto mucha espiritualidad, pero ni él mismo pudo resistir a tanta comodidad. Con sus riquezas cayó en la autoindulgencia y por sus muchas mujeres, terminó apartándose de Dios. En tiempos de Elías y Eliseo el pueblo vio grandes milagros, pero el número de creyentes fue poco. Ni buenos reyes, ni la voz profética, llevaron al pueblo a la fe en Dios. ¡Elías creyó que era el único creyente que quedaba en el país!
 
            Estudiando la historia de Israel, los dos periodos cuando se veía más fe en el pueblo fueron cuando estaba luchando contra el enemigo en tiempos de Josué, y cuando estaba bajo la fuerte disciplina de Dios volviendo de la cautividad, reconstruyendo las ruinas bajo Esdras y Nehemías. La fe se fortalece en medio de la lucha y cuando se está soportando la disciplina de Dios con humildad y contrición. La fe de David prosperaba en la batalla, no cuando reposaba en el palacio. Ayuda mucho tener líderes que sean hombres de Dios, como Moisés y Josué, pero, como dijo Esteban: “¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?” (Hechos 7:52). En última instancia, la fe es individual. Procede de un corazón que teme a Dios. Prospera en la lucha contra el enemigo, y se purifica por medio de la disciplina de Dios. Si tienes buenos líderes espirituales, da gracias a Dios; obedécelos. Y sí te encuentras en fuerte lucha contra el enemigo, gracias a Dios; lucha con fe. Y si estás pasando un tiempo de disciplina, humíllate bajo la poderosa mano de Dios, y tu fe saldrá como oro refinado. Al contrario de lo que pensaríamos, la fe crece en la guerra, en la adversidad y en la prueba, no en la prosperidad; no viendo milagros, sino mirando al Señor y siguiéndolo.      

Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.