“Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, ¡no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (Mateo 14: 26-28).
Lectura: Mateo 14: 22-33.
¡En este episodio Pedro dudó dos veces! Dudó cuando Jesús dijo que era Él, y también dudó cuando se hundió en el mar; dudó sentado en la barca, y dudó caminando sobre las olas. Nos podemos identificar plenamente con él. Sentado en la barca, en la oscuridad de la noche con el ruido del viento huracanado y de las olas espantosas, Pedro vio venir una figura luminosa caminando sobre las aguas, y tuvo miedo. Cuando la figura habló palabras típicas de Jesús, con la voz de Jesús y se identificó como Jesús, Pedro dudó de que fuera él. Le dijo: “Señor, si eres tú, …”. ¡¿Quién iba a ser?! Pero luego Pedro oró lo que nunca debemos orar: “Si eres tú, demuéstralo con un milagro. Haz algo especial para mí. Dame una experiencia emocionante. Haz que haga yo un milagro”. Muy mal, Pedro, y muy mal nosotros cuando oramos de esta manera.
Con el ruido del mar, Jesús no podía darle una explicación. Contestó a su oración hecha con una falta de fe. Pedro había puesto a Jesús en un aprieto, cosa que no debemos hacer. ¿Qué iba a contestar Jesús? “Sí, soy yo, pero no voy a hacerte caminar sobre el agua, porque tu fe no está a la altura”. O, podría decirle: “Ya te dije que soy yo, y no lo voy a demostrar”. O podría decir: “Sí soy yo, y lo voy a demostrar a mí manera, no a la tuya”. Esta clase de oración, si el Señor la contesta afirmativamente, nos podría poner en una situación que no podemos manejar. Oraciones semejantes son: “Señor, si tú me amas, dame lo que te pido”. O, “Señor, si tú tienes poder sobre el diablo, haz esto o aquello.” O, Señor, si tú has vencido la muerte, dame el poder para hacer milagros”. Tenemos más ejemplos de peticiones semejantes en la Biblia: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. “Si eres Hijo de Dios, échate abajo”. “Jesús le dijo: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4: 3-7). “Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz”. “Si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él” (Mat. 27:40, 42). La respuesta a esta clase de oración no conduce a la fe. El Señor contestó a Pedro, Pedro anduvo sobre el agua, pero dudó y se hundió.
Pedro dudó, pero el Señor no lo dejó morir ahogado. Lo sacó y cogido de la mano, lo llevó a la barca. Si Pedro se hubiese quedado en la barca, también se habría salvado. El barco era el lugar más seguro, ¡no tentando a Jesús en el mar! Cuando el Señor y Pedro entraron en la barca, se calmó el viento. El Señor nos llevará con bien a la orilla, y también a todos los que nos acompañan en la barca. Gracias a Dios por nuestros compañeros de viaje. El Señor cuida de todos nosotros.
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