“Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición” (Marcos 7:10-13).
Lectura: Marcos 7:6-13.
La vida cristiana no es una vida de clausura dentro de la iglesia, abandonando nuestras responsabilidades seculares para atender a las cosas de Dios. Dios es sumamente práctico. Quiere que cada parte de nuestra vida esté consagrada a Él y sea vivida en comunión con Él, como servicio para Él. Los fariseos, en cambio, enseñaban que la vida se divide en dos partes, la parte secular y la parte espiritual, y que estas partes no tienen nada que ver la una con la otra. Enseñaban que si das a Dios el tiempo o el servicio que ibas a dar a tu familia, esto te exime de atender a la familia. En cambio, Dios dice que hay que obedecer a los padres en la juventud y atenderlos cuando sean mayores. No debes desatender tu casa para servir a Dios. Dios es generoso; no pide una atención exclusiva para Él y nadie más. No nos pide que dejemos nuestra familia colgada para “servirle” en la iglesia, sino que le sirvamos sirviendo a otros.
Jesús es muy parecido a su Padre. No atiende a la parte espiritual del hombre para dejar la parte física. En una ocasión dijo: “Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer” (Marcos 8:2). No deja que los que lo siguen se mueran de hambre, sino que toma en cuenta la parte física del hombre. Les da de comer. Aquel día Jesús predicó a la multitud, una actividad que nosotros consideramos espiritual, y les dio de comer, una actividad que nosotros clasificamos como práctica. ¿Por cuál de las dos es más recordado? ¿Cuál de las dos revela más su deidad?
Como mujeres con muchos dones, nos gustaría estar usándolos en la iglesia, no estar en casa cambiando pañales o fregando suelos. Pero ¿qué dice la Escritura? La mujer “se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1 Tim. 2:15). Aquí tenemos un equilibro hermoso entre lo práctico y lo espiritual, si lo queremos llamar así. Pues, en la mentalidad de Dios todo es espiritual. Es espiritual cuidar de hijos; es espiritual alimentar, y vivir de acuerdo con tu fe; es espiritual mostrar amor a la gente, a los de tu casa, y a los de fuera; es espiritual separarte del mundo; y es espiritual vestirte correctamente. El texto no dice que la mujer se salvará si permaneciere en fe y santificación, punto. El amor es la expresión de su fe. Y la modestia es la muestra de su santificación, de su separación del mundo. La espiritualidad consiste en ser como Cristo en todo.
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