VER A DIOS EN LA PRUEBA (1)[1]

 

“Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón” (Deuteronomio 8:2).

Lectura: Job 1:8-12.

En la prueba nuestros ojos no están fijados en lo que hace Satanás, sino en el Señor. Cuando leemos todas las cosas que le pasaron a Job, o pensamos en todo lo que nos pasa a nosotros, nuestra tendencia es la de pensar: Mira todo lo que hizo Satanás; primero me hizo esto, luego hizo otra cosa, y luego hizo esto y lo que pretende hacer es destruirme. Hermana, no te fijes en Satanás, para que no haya temor en tu corazón de perder alguna cosa o a una persona. Aunque confíes en el Señor y esperes en Él en medio de la prueba, nunca des la prioridad a Satanás en lo que te pasa, sino al Señor. Afréntalo buscando lo que el Señor quiere mostrarte, pues quiere hacerte crecer y madurar en el conocimiento de Sí mismo para hacerte semejante a Cristo. El planteamiento es de cara al Señor. Él es el protagonista, nunca des ese protagonismo a Satanás. Dile, Señor, ¿qué es lo que hay mal en mí? ¿Qué es lo que quieres mostrarme que todavía no he aprendido a soltar? ¿Hay alguna cosa que quieres tocar en mí? Si el Señor te revela que no la hay, esta prueba ha venido porque estás entrando en una nueva etapa de crecimiento en el conocimiento de Él, y Él te irá mostrando cosas nuevas.

La Palabra dice que somos probados por el Señor. Si nos hubiera pasado a nosotros lo que le pasó a Job diríamos que era el enemigo que estaba tratando de destruirnos. Sí, es verdad que el enemigo es el instrumento que el Señor usa, pero solo es el instrumento. Quien controla nuestra vida y quien determina lo que hemos de vivir, y quien nos sustenta para vivirlo, es el Señor, porque somos sus hijos, y todo lo que Él hace, permite y provoca en nuestra vida para que seamos probados no es porque Él necesita saber algo de nosotros, sino porque nosotros mismos necesitamos saber dónde está nuestro corazón en esa circunstancia. A veces lo que hemos de comprender es el apego que nuestro corazón tiene a esa cosa, o a esta persona, cuánto ocupa de nuestro corazón, de nuestro tiempo, o cuánto lo valoramos. El Señor hace que seamos probados para verlo. A veces lo hace Él directamente, como cuando le dio la orden a Abraham de que sacrificara a su hijo; otras veces usa a Satanás como instrumento. Ahora, nosotros somos hijos de Dios, por lo tanto, nuestro descanso y nuestra confianza está en que todo lo que vivimos es Dios quien lo envía, Dios quien lo permite y Dios quien está en control. Dios lo hace para obrar en nuestra vida para que dependamos de Él, para que lo busquemos a Él, para que nos demos cuenta de que solo Él es nuestro socorro, y para que examinemos nuestro corazón en todas esas cosas y aprendamos a descansar en Él y a dejarlo todo en sus manos.


[1] Aquí compartimos el pensamiento de una hermana en cuanto a cómo enfocar las pruebas.

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