“Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre” (Hechos 10:1, 2).
Lectura: Hechos 10:34-42.
Cornelio es un ejemplo de un hombre bueno que fue salvo por la fe en Jesús. Jesús vino para salvar a buenas personas y a malas personas. Las buenas se salvan por la obra de Jesús y las malas se salvan de la misma manera. Los que se condenan, se condenan por no creer en ella. Las buenas no se salvan por ser buenas y las malas no se condenan por ser malas. Jesús es el arca de la salvación y los que están a bordo se salvan. Y no hay más.
Es muy interesante considerar el mensaje que predicó Pedro a Cornelio. No le dice que todos los hombres son pecadores y que él debe arrepentirse porque está condenado. Pedro se dirige a él de forma respetuosa. Empieza su discurso diciendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia (10:34, 35). Esto predispone a Cornelio a escuchar lo que Pedro dice a continuación. Ya sabe que él ha agradado a Dios por sus buenas obras. Pero todavía no es salvo.
Después Pedro le habla de un Hombre que fue mejor que él, de Jesús: “Jesús anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (10:38). Cornelio, como centurión, tenía autoridad, pero Jesús tiene más, porque estaba bajo la autoridad de Dios. Esto Cornelio podía entender por haber ejercido autoridad, siendo centurión. También podía apreciar que las buenas obras que Jesús hacía superaban las suyas, porque él no podía sanar enfermedades, ni podía sacar fuera demonios. Jesús tenía autoridad sobre la vida y la muerte, y autoridad en el mundo espiritual además de en el mundo físico: “Éste es Señor de todos” (10:36). No hay autoridad humana por encima de Él.
El evangelio que Pedro predicaba consistía en los hechos básicos de Jesús: su vida de buenas obras, su crucifixión, su resurrección, que Pedro y muchos más presenciaron, el orden de Jesús que el evangelio fuese predicado a todos, y la enseñanza de que Dios ha designado a Jesús como “Juez de vivos y muertos” (10:42). Esto significa que Jesús juzgará a Cornelio.
Pedro respalda su mensaje con el testimonio de los profetas, además de lo que él ha visto con sus propios ojos. Solo es al final que Pedro habla del pecado: “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (10:43). Mientras Pedro hablaba, Cornelio creyó y recibió el don del Espíritu Santo y habló en lenguas, lo mismo que Pedro y los demás creyentes en el día de Pentecostés. Cornelio creyó y fue salvo. Pedro mandó bautizarlos, a Cornelio y a todos los que habían creído juntamente con él y fueron añadidos a la Iglesia.
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