AUTORIDAD Y DISCIPULADO

“Sé limpio. Y al instante su lepra desapareció” (Mateo 8:3).
“Jesús le dijo: “Sígueme” (Mateo 8:22).
 
Lectura: Mateo 8:1-4 y 18-22.
 
            La Biblia nos enseña por lo que dice y también por la organización del texto. Normalmente vamos pensando en lo que dice el texto, pero raras veces pensamos en el mensaje que transmite la estructura. Por ejemplo, en los capítulos 8 y 9 del evangelio de Mateo tenemos secciones que versan sobre la autoridad de Jesús intercaladas con secciones que versan sobre el discipulado. La estructura es la siguiente: Mateo 8:1-17 habla de la autoridad de Jesús; 8:18-22 habla del discipulado; 8:23-9:8 habla de la autoridad de Jesús; 9:9-17 habla del discipulado; 9:18-26 versa sobre la autoridad de Jesús; 9:27-38 versa sobre el discipulado.
 
¿Cuál es el mensaje de esta estructura? El centurión lo resume. Dice que él tiene autoridad porque está bajo autoridad, la de Roma. Reconoce que lo mismo es cierto de Jesús. Él tiene autoridad, porque está bajo autoridad, la del Padre. Nosotros también podemos tener autoridad, pero sólo si estamos bajo la autoridad de Jesús, obedientes a sus mandatos. Si no, no tenemos ninguna; la nuestra, en sí misma, no es significante.
 
Mi autoridad no procede del seminario donde estudié, ni de los títulos que tengo, ni de los estudios personales que he realizado, ni del cargo que sustento, ni de cuánto sé, ni de los jefes de mi denominación, ni de la edad que tengo, ni de mi familia, ni del estatus social que ocupo, ni por ninguna otra cosa humana. Procede de estar bajo la autoridad de Jesús, viviendo una vida de obediencia a Él como discípulo suyo. Si soy su discípulo estoy bajo la autoridad de Jesús y, por tanto, tengo autoridad.
 
Otra lección de la estructura es que la autoridad de Jesús exige una respuesta. O bien la reconozco y me someto a su autoridad y lo sigo como discípulo, o no lo reconozco y sufro las consecuencias. La autoridad de Jesús no depende del reconocimiento humano. Si alguien no reconoce su autoridad, Él todavía la tiene y finalmente esta persona será juzgada por ella, pues Jesús es el Juez de vivos y muertos y todos hemos de comparecer ante su tribunal. Los que rechazan su autoridad serán condenados por ella, y los que la acatan serán premiados por haberse sometido a ella. Él es el Señor.

Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.