“Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas” (Hechos 18:1-3).
Lectura: Hechos 18:18, 24, 25, 26; Romanos 16:3; 1 Cor. 16:9; 2 Tim. 4:19.
Hemos elegido a Priscila para representar a la mujer virtuosa en la iglesia. Los textos que figuran en la lectura de arriba contienen toda la información que tenemos sobre esta dinámica y hábil mujer. Cuando los judíos fueron expulsados de Roma por el emperador Claudio, Priscila y Aquila se trasladaron a Corinto donde conocieron a Pablo. Como eran del mismo oficio trabajaron juntos en hacer tiendas y colaboraron en la propagación del Evangelio, mantenidos por su trabajo secular. Priscila y Aquila siempre salen mencionados juntos. Formaban un matrimonio que servía al Señor por donde quiera que fueran.
Cuando Pablo abandonó Corinto, navegó a Éfeso llevando a este matrimonio consigo y los dejó allí, pero él continuó su viaje hasta Jerusalén. En Éfeso ellos conocieron a un judío llamado Apolos “varón elocuente, poderoso en las Escrituras” (18:24) que predicaba a Cristo, pero su conocimiento del Evangelio solo llegó hasta lo que enseñaba Juan el Bautista. No sabía nada de la muerte, la resurrección o la ascensión de Cristo, ni el significado de su muerte, ni el camino de salvación por la fe en su Nombre. Cuando Aquila y Priscila le oyeron predicar en la sinagoga lo llevaron aparte y le explicaron el resto del Evangelio que él ignoraba. Lo dejaron bien preparado para continuar por su camino predicando todo el Evangelio. Esta fue una obra importante que realizó la pareja, porque este hombre valía mucho para la evangelización.
También sabemos que Priscila y Aquila tuvieron una iglesia en su casa. Como ellos habían colaborado con Pablo, seguían las normas que Pablo marcaba en cuanto a la participación de la mujer en la obra. Había mucho campo para ella, pero también limitaciones. Pablo enseñaba que la mujer puede hacer todas las buenas obras que están a su alcance, pero “que la mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio” (1 Tim. 2:11, 12). Esta norma no procedía de la cultura de aquellos tiempos, sino de la Creación del hombre, de tiempos de Adán y Eva, de acuerdo con cómo Dios los había creado (1 Tim. 2:13, 14). En este contexto el apóstol explica que el ámbito de la salvación de la mujer, su primera esfera de ministerio es la crianza de sus hijos para el Señor, y es dar ejemplo por su vida de fe, amor y santidad acompañada por la modestia: “Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1 Tim. 2: 15). Parece que Priscila no tuvo hijos, cosa que la dejaba más libre para participar en la obra con su marido, bajo su autoridad.
Priscila es un gran ejemplo de la mujer con un trabajo secular que sirve activamente en la iglesia, en la evangelización, en la formación de obreros y de apoyo a su marido, siempre disponible para lo que el Señor tenga preparado para ella, no importando por donde se encuentra en el mundo. Esta mujer fue una “todoterreno” para el Reino de Dios.
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