“Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Efesios 4:25).
Lectura: Ef. 4:26-32.
Felipa fue sexualmente abusada de pequeña. Se casó con un hombre rico que la utilizaba como sierva doméstica, pero no le pagaba, ni la trataba con respeto. Ella no tenía voz ni voto en la casa. Se sometía a todo lo que él le echaba. Él ejercitaba un control absoluto sobre ella y Felipa lo aguantaba todo hasta que un día se dio cuenta de que con esta actitud de servidumbre nada iba a cambiar. Ella, poco a poco, y correctamente, empezaba a confrontarlo y él empezaba a responder. Empezó a cambiar y tratarla como un ser humano con dignidad. En aquella casa las cosas van cambiando para bien. Hay esperanza para ellos.
¿Qué puede hacer la mujer cuando es mal tratada?
Hay muchas cosas que ella puede hacer. Lo más importante es orar y pasar por toda esta experiencia en comunión con Dios. Debe poner por obra todo lo que enseña el apóstol en Ef. 4:24-32:
- Vivir en santidad a pesar de las circunstancias.
- Decirle la verdad a su cónyuge, correctamente dicha.
- No dejar que él la provoque a pecar.
- No dejar que el diablo entre en su casa.
- No decir nada feo, insultante, o inconveniente.
- No contristar al Espíritu Santo con sus actitudes.
- No tener amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia o malicia.
- Ser benigna, misericordiosa y perdonadora.
Lo que no debe hacer es hablar mal de su marido delante de los niños. Es muy importante que ella trabaje su autoestima. Necesita buscar la sanidad de todas las heridas de su pasado. Pide a Dios una buena amiga que te pueda acompañar en todo esto, pero no la agobies. Cultiva una vida fuera de casa, amistades positivas, proyectos, ministerios en la iglesia, ayuda a personas necesitadas. Pasa tiempo en la Palabra y en oración, recibe ánimo cada día de parte del Señor, no te entregues al negativismo, sino cultiva una fe viva, para cada día. Confiese todos los pecados del pasado, uno por uno hasta dejar este tema zanjado con el Señor. No vuelvas a pensar más en ello.
En tu trato con él, no permitir que te hable mal. Sal de su presencia si empieza a hacerlo. No te quedes allí parada escuchando insultos. Si está borracho, evítalo. No permitas que te ponga la mano encima. Si lo hace, busca ayuda. Vístete bien. Condúcete con dignidad y trátalo con dignidad. No te sometas a cosas insensatas. Prepárale buenas comidas, mantén la casa recogida, su ropa limpia y planchada, pon un ambiente agradable en la casa. Agradécele por todo lo que hace bien. En oración busca una manera de proceder con él: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Sant. 1:5). El Señor te dará la sabiduría que necesitas para la convivencia. Ya lo verás.
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