“Me hizo sacar del pozo de la desesperación” (Salmo 40:2).
Lectura: Salmo 40:1-3.
¿Cómo se puede superar la tentación al suicidio?
¿Por qué vienen pensamientos suicidas? Vienen porque la persona ha llegado al punto de la desesperación. Piensa que no hay ninguna solución a su problema. Se encuentra encerrada y no ve salida posible. Ha tomado decisiones que ya no puede cambiar, o ha hecho cosas que no se pueden deshacer. Por mucho que pide perdón a Dios, no puede cambiar lo que ya hay; es irreversible. Le puede pasar por la mente que la muerte es la única escapatoria, y puede pensar en el suicidio si, por ejemplo, otra persona ha estropeado su vida; si se ha quedado ciega; si el amor de su vida se ha casado con otra; si ha tomado una decisión y su vida ha tomado un camino en que no hay vuelta atrás; o si ha cometido un pecado cuyas consecuencias son inevitables. Hay muchas posibles causas.
Pero, el suicidio no es ninguna opción para un creyente. Necesitas el temor de Dios en
estas circunstancias para no hacer un disparate. Si te matas, Dios no estará contento de verte. Te preguntará: “¿Qué haces aquí? No has terminado lo que te mandé hacer”. Y las consecuencias serían peor que la vida, porque serían eternas. Te habrás quitado la vida por no tener la fe en que Dios podría encontrar una solución que tú no ves. Hace años crucé un descampado con una amiga para llegar a un supermercado y vi que el camino se terminaba. Le miré, y ella me dijo: “El sendero continúa, pero tú no lo ves ahora. Un poco más adelante lo verás”. Así es con tu problemática. Más adelante hay una salida que no ves ahora.
Otra solución posible es que Dios te va a equipar para continuar sin que haya ningún cambio. Esta fue la solución de Habacuc. Dios le iba a dar pies de cierva para subir las montañas que tenía por delante (Hab. 3:19); Dios no las iba de quitar de en medio.
Otra solución es la paciencia, la de este salmo: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó me clamor” (Salmo 40:1). La paciencia en este sentido puede significar años de espera. Jeremías se encontró sumergido en el fango de un pozo profundo y oscuro donde loe habían dejado a morir. No había salida posible. Pero inesperadamente Dios mandó a unos hombres a sacarlo de allí (Jer. 38). Nunca sabes lo que Dios hará.
Otra solución es la de Job: Dios quita el problema (Job 42:10). Job llegó al punto, no de desear la muerte, sino de desear no haber nacido, pero cuando Dios restauró sus fortunas y defendió su causa y le reveló lo que había detrás del telón del mundo natural, Job comprendió, y entonces, todo lo que había sufrido valió la pena.
Otra solución es ir recibiendo cada día una palabra de Dios de la Biblia para seguir adelante un día más. Esto es vivir por fe en la Palabra de Dios cada día (Deut. 8:3). Esto es lo que te guarda de la desesperación. Has de oír su voz en la Palabra. Te dará esperanza. La esperanza en que saldrás de esto te guardará de la desesperación. Has de conectar con Dios y oír su voz. La voz del enemigo es muerte, pero la voz de Dios es vida. Vivifica tu fe, alumbra tu mente, tranquiliza tus emociones y te da paz.
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