NUESTRA RESPONSIBILIDAD

 

“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado, y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban” (Mateo 28:16, 17).
 
Lectura: Mateo 28:16-20.
           
El hecho de que algunos dudaran es parte de la prueba de que el evangelio es veraz. Nadie que inventa una fábula va a decir esto. Va a decir que todos eran fieles y que todos creyeron. ¡Aunque no creyeron, se quedaron con el grupo! Esto habla muy bien de ellos. Otra cosa que nos llama la atención es que cuando vieron a Jesús lo adoraron. Antes no se daban cuenta de su deidad, pero después de la resurrección, sí. Lo que Jesús les dice ahora es diferente de la primera vez que los llamó para seguirlo. Los está comisionando como Hijo de Dios a llevar el evangelio al mundo. Antes los había llamado como un rabino a recibir clases suyas. Ahora están siendo comisionados de parte de Dios a pasar las fronteras de Israel y llevar consigo este mismo evangelio que han aprendido de Él, con el comprobante de la resurrección, a todas las naciones. Dios siempre tenía el plan de que Israel fuera luz a las naciones, ahora va a serla de manera más completa, con todo el evangelio.
 
“Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Jesús se pone al mismo nivel del Padre y del Espíritu Santo. Emplea la autoridad que le ha sido dada para comisionar a los discípulos, y ellos van, capacitados por este mandato. Con la orden, va el poder para llevarla a cabo. Y se fueron. Esta misma orden con la necesaria capacitación también nos es dada a nosotros, y si creemos el evangelio, iremos. El himno siguiente versa sobre esta comisión: 
 
¿Quién está de parte del Señor? ¿Quién servirá al Rey?
¿Quiénes serán sus ayudantes para ganar a otros?
¿Quién dejará el lado del mundo? ¿Quién confrontará al enemigo?
¿Quién irá de parte de Él?
Por tu llamada misericordiosa, por tu gracia divina
Nosotros estamos de parte del Señor, ¡Salvador, somos tuyos!
 
Escogidos para ser soldados en territorio enemigo,
“Escogidos, llamados, y fieles”, tropas de nuestro Capitán,
En el servicio del Rey, que no nos enfriemos; que seamos leales,
Nobles, fieles y valientes.
Maestro, Tú nos guardarás, por tu divina gracia,
Siempre de parte del Señor, Salvador, siempre tuyos.
 
Frances B. Havergal.

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