“Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe, y los demás de nuestros enemigos, que yo había edificado el muro, y que no quedaba en él portillo… Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna de las aldeas en el campo de Ono. Mas ellos habían pensado hacerme mal” (Nehemías 6:1, 2).
Lectura: Neh. 6:3-7.
Los enemigos son persistentes. Insisten. ¡Son un ejemplo para nosotros de paciencia! Hasta ahora han probado muchas tácticas, todas sin éxito: Han acusado a los judíos de rebelarse contra el rey (2:19); ridiculizaron a los judíos (4:1); conspiraron todos a una para atacar a Jerusalén (4:8); y convocaron a Nehemías a una reunión en un lugar apartado para matarlo (6:2). Cuando él dijo que no tenía tiempo para reunirse con ellos porque estaba haciendo una obra importante para Dios y no podía dejarla, lo acusaron de tener la intención de proclamarse rey en Judá, para asustarlo, para que no continuasen con la obra, pero Nehemías no cayó en la trampa. Luego pensaron en una trampa más espiritual para quitarlo de la obra: “Reunámonos en la casa de Dios y cerremos las puertas del templo, porque vienen para matarte; sí, esta noche vendrán a matarte” (6:10). Nehemías discernió que esta profecía no había venido de Dios, sino que Tobías y Sanbalat habían sobornado a este supuesto mensajero de Dios, para intimidarlo. Así que oró a Dios diciendo: “Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate de Noadías profetisa, y de los otros profetas que procuraban infundirme miedo” (6:14). Nehemías reconoce la táctica que el enemigo está empleando con él y en contra de la obra de Dios, y pide a Dios que se encargue de los malos. No malgasta tiempo en conversaciones con ellos. ¡Nosotros hemos de hacer estas dos cosas también!
“Fue terminado, pues, el muro… Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros y se sintieron humillados y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra” (6:15, 16). Pero todavía los enemigos no dejaron a Nehemías en paz. Tobías se había congraciado con mucha de la alta sociedad de Judá por sus relaciones familiares y esta gente ponía presión sobre Nehemías para llevarse bien con Tobías: “Asimismo en aquellos días iban muchas cartas de los principales de Judá a Tobías, y las de Tobías venían a ellos. Porque muchos en Judá se habían conjurado con él… También contaban delante de mí las buenas obras de él, y a él le referían mis palabras. Y enviaba Tobías cartas para atemorizarme” (6:17-8, 19). Con el enemigo no hay tregua. Ahora quiere hacer quedar mal a Nehemías delante de sus compatriotas. Es como si tú supieras que una persona dentro de la iglesia es mala, que tiene malas intenciones y trama divisiones, pero los de tu iglesia no lo ven, todo lo contrario, están de su parte y quieren que tú lo aceptes por hermano, pero no puedes, porque sabes como es y lo que pretende. Esto te pone en una situación muy complicada, pero tienes que mantener tu integridad. El enemigo va a por nosotros tanto fuera como dentro de la iglesia. Hemos de mantenernos firmes en nuestras convicciones y seguir adelante con la obra que Dios nos ha mandado hacer.
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