¿QUÉ ASPECTO TIENE EL VERDADERO ARREPENTIMIENTO?

    

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-rimón en el valle de Meguido” (Zacarías 12:10, 11).
 
Lectura: Zac. 12:10-14.         
 
En este pasaje Dios dice: Derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En otra traducción Dios dice que Él les dará “un espíritu de compasión y suplicación”, compasión por Aquel a quien traspasaron y suplicación por ellos, suplicación a Dios, rogándole perdón.
 
Dios está muy activo en este pasaje. Es Él quien derrama el Espíritu Santo, que trae compasión y suplicación sobre su pueblo por haber crucificado a su Mesías que resulta ser Dios mismo, el que habla: “mirarán a mí”. Es Él quien ha sufrido por su pueblo. Ellos lo traspasaron, y Él les manda su Espíritu quien los convence de pecado. Han pasado dos mil años y no ha ocurrido este mover del Espíritu todavía. Vendrá una obra sobrenatural de Dios que les abrirá sus ojos para que por fin comprendan lo que ha pasado.  
 
En aquel día los moradores de Jerusalén se darán plena cuenta de que ellos son los culpables de la ejecución de Jesús y Quién es Él. Fue su incredulidad la que lo crucificó y su odio el que lo traspasó. Contemplarán la figura de Aquel que llevó el castigo divino en su carne, colgado en la cruz, y sentirán “compasión” por Él, por lo que le han hecho, y entenderán las consecuencias trágicas para Él, y se identificarán con su dolor. Les partirá el corazón al entender el motivo de su muerte y sentirán pena por Él y quebrantamiento y arrepentimiento por ellos, por lo que han hecho. Pasarán un duelo y llorarán por Él como uno llora por la muerte de un hijo único. Estarán desconsolados en su lamento. El dolor será tan fuerte que nadie podrá consolar a nadie. Cada uno estará ocupado con su propio dolor.   
 
Es tremendo cuando uno se da cuenta de lo que su rebeldía le ha costado a Dios y por cómo son ellos, las dos cosas. Se da cuenta de que ha estropeado su vida, ha perdido el punto de su existencia, que nada de lo que ha hecho hasta este momento tiene significado, que está justamente condenado por lo que ha hecho, por su actitud, por la dureza de su corazón, por culpable ignorancia, de la enormidad de su error.
 
Israel ha ignorado la magnitud de su crimen durante dos mil años. Su error ha sido incalculable. Pero el Espíritu de Dios los llevará a comprender que han crucificado a Dios encarnado, quien vino para redimirlos en la persona de su Hijo. Entonces sentirán una tremenda pena, un duelo inconsolable que conducirá a su salvación. La auténtica conversión tiene su origen en el Espíritu Santo y conduce al duelo por una vida malgastada y el sufrimiento causado a Dios a quien hemos traspasado.

     

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