COMPARANDO DOS HISTORIAS (3)

“Después le halló Jesús en el templo” (Juan 5: 14). “Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole…” (Juan 9:35).

Lectura: Juan 9:26-34.

            Algunos de nosotros hemos llegado a conocer al Señor después de un proceso, mientras que para otros una sola predicación ha bastado para que nos convirtiésemos. Notamos una cosa curiosa: El hombre nacido ciego llegó a conocer al Señor mediante un proceso de varios pasos por vía del razonamiento en controversia con los fariseos, mientras que la mujer samaritana llegó a conocerlo en un proceso de varios pasos mediante una conversación personal con Él. El hombre en sí es más dado al razonamiento y la mujer al trato personal. Así Dios nos hizo y así trata con nosotros. En el caso de la samaritana su proceso pasó por estas etapas, con cada vez más comprensión:

  • Jesús es un judío, uno más.
  • Es inferior a nuestro padre Jacob
  • Es un profeta.
  • Es el Mesías, el Cristo.
  • Es el Salvador del mundo.

Volviendo al paralitico y al ciego, ambos tuvieron un segundo encuentro con Jesús, iniciado por Él, en el cual los dos estaban ya sanados. El que estaba paralizado está ahora en pie delante de Jesús, y el que era ciego ve al Señor con sus ojos nuevos. Así será en el día del Juicio, todos delante del Señor, vivos, algunos endurecidos a pesar de la evidencia que tienen por delante, y otros adorándolo con su nuevo cuerpo perfecto.

  1. La intervención de los fariseos con cada uno.

En ambos casos los fariseos se airaron porque la sanidad ocurrió en el sábado.
En ambos casos la sanidad provoca una confrontación de los fariseos con Jesús.
En ambos casos Jesús paga un precio alto por la sanidad.
En el caso del que era paralítico, le tachan a Jesús de romper la Ley, por no guardar el sábado, y de blasfemar contra Dios, llamándolo su Padre. En el caso del que era ciego le tachan a Jesús de pecador, por no guardar el sábado, de ser un don nadie, de tener orígenes sospechosos, de no proceder de Dios.
Jesús siempre tiene que pagar un precio personal en la salvación de cada persona, además del precio de la cruz, que es igual para todos. Tiene que pagar el precio de la vergüenza en los que tiene como seguidores: cojos, leprosos, prostitutas, cobradores de impuestos, endemoniados, pobres y analfabetos. Jesús es despreciado a causa de los seguidores que tiene. Él es visto como el amigo de pecadores.

  1. La decisión que tuvo que tomar cada uno; su coste.  

En ambos casos los hombres tuvieron que pagar un precio por seguir a Jesús que consistía en “llevar el vituperio de Cristo” (Heb. 13:13), “Salgamos, pues, fuera del campamento”. Esto significaba ser marginado, como Jesús lo era. En el caso del que era paralítico, fue el precio de ser expulsado de la sinagoga, precio que él no quiso pagar. Tuvo que optar entre Jesús y los fariseos, y optó por estos últimos. Su decisión no se debió a algún fallo en Jesús, ni por virtudes de los fariseos, sino por lo que ya estaba dentro de él. Ya era una persona cómoda, quería el camino más fácil, no se movía, dejaba que otros lo atendiesen, no tenía fe en Dios, se inclinaba hacia el pecado y no hacia la verdad, no era agradecido. Lógicamente, optó por el mundo.   

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