“Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan” (Marcos 8:14-16).
Lectura: Marcos 8:17-21.
El Señor Jesús iba a aprovechar el tiempo en la barca para hablar de un tema importante en su discipulado de los doce: las sectas del judaísmo. Había varias: los fariseos, los saduceos, los herodianos, los esenios, y varias otras representando diferentes tendencias: el legalismo, el liberalismo, la mundanalidad y el separarse del mundo, respectivamente. Los fariseos eran los legalistas. Amontonaban listas interminables de normas, exigencias y prohibiciones para la gente, como si por la observación de ellas uno podría salvarse. Los saduceos, en cambio, tenían una interpretación de la ley de Dios basada en lo natural y la lógica humana. No creían en lo sobrenatural y, por tanto, no creían en ángeles, milagros, o la resurrección. Los herodianos eran los que buscaban placer en la vida y los esenios eran todo lo contrario, se aislaban del mundo para mantenerse sin contaminación. Seguramente el Señor estaba preparado para dar un discurso sobre estos temas y explicar que ninguna de estas sectas era buena, pero no llegó muy lejos, porque los discípulos no estaban por la labor. Sus mentes estaban puestas en el tema de la comida. Estaban preocupados porque habían olvidado el pan. Pensaban que Jesús se refería a esto.
¡Qué pena! No tenían pan. ¡Qué problema más grande! Y no había ningún sitio para comprarlo. Seguramente pasarían hambre. Jesús les dijo: “¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?”. Hace muy poco el Señor había dado de comer a cuatro mil con siete panes. ¿Dónde estaba el problema? Tenían un pan con ellos en la barca. Jesús lo podía multiplicar para dar de comer a todos ellos.
Esta gente tenía tres problemas: (1) No habían aprendido que Jesús podía suplir sus necesidades y, por lo tanto, no tenían por qué preocuparse. No habían aprendido nada por el milagro que acababan de presenciar. ¿Estoy preocupado? ¿Qué he olvidado yo? (2) No tenían fe en Jesús. Aún no sabían quién era Él ni lo que podía hacer. ¿Yo tengo fe en un Dios sobrenatural, o estoy anticipando un desastre? (3) No estaban pendientes de lo que el Señor quería enseñarles. Sus mentes estaban en sus preocupaciones. ¿Estoy yo tan preocupado por mis problemas que no estoy pendiente de algo nuevo que el Señor quiere enseñarme? ¿Lo material me distrae de lo espiritual?
Como ellos no estaban preparados para el tema espiritual que Jesús había introducido, Él bajó para hablar del tema suyo, el pan. ¡Cuántas veces he perdido una buena clase que el Señor me quería dar por no estar confiando en Él por mis problemas presentes! Cuando estamos confiando en Dios, la mente está libre para ocuparse de otros temas. Era muy interesante el tema que Jesús había presentado, pero se lo perdieron. ¿Estoy en alguna de estas sectas? ¿Soy legalista? ¿Soy liberal? ¿Soy mundano? ¿O estoy viviendo en una burbuja lejos del mundo sin la posibilidad de servir a Dios en él? La lección me habría ido bien. ¿Me lo he perdido?
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