NORMAS PARA LA DISCUSIÓN MATRIMONIAL

“Cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:33).

Lectura: Efesios 5:28-31.

            El apóstol Pablo aquí pone la base para la convivencia matrimonial cristiana: que el hombre ame a la mujer y que la mujer respete a su marido. Lo que más necesita el hombre es ser respetado y lo que más necesita la mujer es ser amada. Si hacemos esto, el matrimonio funciona.

            Pero aun en los mejores matrimonios hay choques. Hay momentos de enfado y desacuerdo. Surgen discusiones. Estas discusiones tienen que tomar lugar con ciertas normas. Si uno está muy enfadado, es mejor no decir nada en ese momento, sino apartarse, orar, tranquilizarse, y luego, cuando los ánimos se hayan calmado, tener la discusión. Muy profundamente en nuestro fuero interior están escritas estas normas que gobiernan nuestras relaciones, y aún más dentro del contexto del matrimonio:

  • No hablar cuando estás controlado por la furia.
  • No criticar. No decir: “Tú siempre…”.  
  • No acusar. Esto rebaja la dignidad de la otra persona.
  • No intentar herir. No hemos de marcar goles.
  • No insultar o devolver insulto por insulto.
  • No mencionar a los padres del cónyuge en una discusión.
  • No levantar la voz. No se grita a nadie nunca, menos al cónyuge.
  • No recordar al otro sus fallos del pasado.
  • No luchar para derrotar, destruir o descalificar al otro.

Lo que sí tenemos que hacer es lo siguiente:

  • Perdonar cuanto antes.
  • Desahogarte con el Señor.
  • Vivir con lo que no puedes cambiar en el otro.

Mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Sant. 1:19, 20).

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo… Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efes. 4:26-27, 31-32).

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gal. 5:22, 23).   

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