¿QUÉ PIDE DIOS DE LA MUJER? (7)

“Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:3-5).
 
Lectura: Tito 2:11-15.
 
            Dios pide a la mujer que ame a su marido y a sus hijos. Los pone a todos en el mismo paquete. Amar al marido es amar a los hijos y amar a los hijos está ligado con el amor por su padre. Amar al marido significa respetarlo (Ef. 5:33), aunque te parezca que no lo merece. Lo haces por amor al Señor. Amar a los hijos no es consentirlos, sino disciplinarlos y enseñarlos a ser obedientes, respetuosos, cariñosos, trabajadores, ayudadores en el hogar, agradecidos, y amables para con la gente. Todo esto les ayudará a ser buenos siervos del Señor en el día de mañana. ¡Un niño que conoce las Escrituras, pero no hace su cama, no puede ser!
 
Dios pide a la mujer que enseñe a las mujeres jóvenes que sean prudentes.
 
            Prudente es una buena palabra. Significa: avisado, previsor, advertido, precavido, astuto, sensato, cauto, circunspecto, remirado, discreto, juicioso, cuerdo, mesurado, reflexivo. La prudencia incluye discernimiento, aplomo, sabiduría, sensatez, buen sentido, moderación y formalidad. La mujer mayor tiene que enseñar a las jóvenes a usar la cabeza. Esto se enseña sobre la marcha, conociéndolas, corrigiéndolas y aconsejándolas. Requiere convivencia. Para recibir esta instrucción la mujer joven tiene que ser enseñable y dispuesta a escuchar; la iglesia tiene que ser un lugar de convivencia. Tiene que haber buenas relaciones y mucho trato entre sus miembros. En el mundo en que vivimos hoy, una mujer mayor enseñando a una joven no se da, pero hace cincuenta años en España era normal, y Dios lo pide.   
 
Dios pide a la mujer que enseñe a las mujeres jóvenes a ser castas.
 
            Las cosas que tienen que enseñar las mujeres mayores a las jóvenes son un poco delicadas y muy personales. No es fácil que la joven admita ser enseñada sobre ellas, a no ser que exista una relación de mucha confianza. Uno pensaría que la pureza y la modestia vendrían por naturaleza, pero ahora no es así. La mujer moderna es provocativa y sensual en su forma de vestir y actuar, y esto, sin darse cuenta. No tiene pudor. No se guarda pura para el día de su boda. Muchas chicas adolescentes empiezan a tener relaciones ya con doce años. Estos temas se tienen que abordar antes de llegar a la adolescencia. Durante siglos la virginidad era el mayor tesoro que tenía la mujer joven, pero ahora no es valorada, y la consecuencia en la vida de la joven y en la sociedad es de proporciones incalculables. La mujer mayor tiene un gran desafío por delante para comunicar los valores cristianos a la generación que sube en un mundo desenfrenado que no quiere restricciones. El apóstol está encargando a las mujeres mayores cristianas a que esta enseñanza forme parte del currículo de la iglesia y de los discipulados personales. La modestia y la castidad son dos características que distinguen a la mujer cristiana de la mujer del mundo.       
 Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.