“Pero (la mujer) se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1 Timoteo 2:15).
Dios pide a la mujer que permanezca en la fe.
Su trabajo consiste en tener hijos y criarlos para el Señor, como prioridad sobre cualquier otro trabajo secular o ministerio en la iglesia. ¡Dios le pide justo lo que le gusta!, lo que fue diseñada para hacer, y es justamente en realizarlo que se santifica, si se mantiene en la fe. Evidentemente no se salva por tener hijos, sino por la fe, y esta fe tiene que perdurar hasta el final de su vida. Tener hijos y criarlos ocupa mucho tiempo, pero la madre tiene que mantener una fluida relación con el Señor mientras lo hace, y esto requiere disciplina y determinación. Estará orando por sus hijos, enseñándoles los caminos del Señor, a temerlo y amarlo, y ser obediente a sus padres como extensión de su amor por Él. Estará orando por sí misma pidiendo sabiduría del Señor, estudiando las Escrituras para enseñárselas a sus hijos, y pidiendo perdón por todas las veces que falla. La crianza de los hijos es una buena escuela de la fe para la madre mientras lleva sus preocupaciones por ellos al Señor en oración. Si el hijo se aparta de los caminos de Dios, es una prueba excelente para la madre para que vaya creciendo en fe mientras ora por él. El Señor responderá a su fe, y al verlo, su fe crecerá aún más.
Dios pide a la mujer que permanezca en el amor y santificación.
La mujer no se desespera en medio de las dificultades que tiene que vivir, que pueden incluir un marido complicado, hijos tozudos que la sacan de quicio, dificultades en el trabajo, problemas en el mundo y conflictos en la iglesia. No pierde el amor por nadie, ni por su marido, ni por sus hijos si se rebelan, ni por la gente de su trabajo, ni por los de la iglesia o los conocidos en el mundo. “Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1:5-9). Este es el camino de santificación, y la crianza de hijos es un lugar excelente para desarrollar el carácter aquí descrito.
Dios pide a la mujer que sea modesta.
¿Cómo es que la modestia cobra un papel tan importante en la salvación de la mujer? Parece desproporcionado. Una madre dijo que le cuesta encontrar ropa modesta para su hija adolescente. Ya no la fabrican. El mundo no es modesto. La mujer ha perdido el pudor. Los bañadores no cubren lo suficiente. En las colonias de los colegios los profesores ponen a chicos y chicas en la misma habitación. En las aulas enseñan cosas que dan vergüenza. Casi todas las mujeres van con escotes y ropa ceñida que marca todo el cuerpo. Y el resultado es que la mujer no valora su virginidad, con doce años algunas empiezan a ejercitar su sexualidad. Las mujeres casadas caen en adulterio por su forma de vestir. Las familias se deshacen y la iglesia sufre las consecuencias. Todo esto se puede evitar con la modestia. Dios pone la línea muy atrás para la protección de la mujer y la familia cristiana.
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