¿QUÉ PIDE DIOS DE LA MUJER? (2)

“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” (Col. 3:18).

Lectura: Col. 3:18-22.

            Continuamos con nuestro tema de la mujer con una cita de un famoso poeta de lengua inglesa. Adán se dirige a su mujer en el momento de la fatal transgresión: “¡Oh, ser el más bello de la Creación, la última y la mejor de todas las obras de Dios, criatura en quien descollaba, para encantar la vista y el pensamiento, todo cuanto ha sido formado santo, divino, bueno, amable y dulce! ¿Cómo te has perdido? ¿Cómo te has quedado tan pronto decaída, marchita, deshonrada, entregada a la muerte? ¿Cómo has cedido a la tentación de quebrantar el estricto mandato, de violar el sagrado fruto prohibido? Algún maldito engaño, fraguado por un enemigo desconocido para ti, te ha hecho caer y a mí me ha perdido también, porque mi resolución es la de morir contigo. ¿Cómo podría yo vivir sin ti? ¿Cómo renunciar a tu dulce compañía y a nuestro amor, tan tiernamente unidos, para sobrevivir abandonado en estos bosques salvajes?” (John Milton: El Paraíso Perdido). Su elogio plasma la alta estima en la que el primer hombre tenía a su mujer. Dando plena cuenta de lo que Eva ha hecho, él decide acompañarla en su ruina e ir a la muerte con ella. Este poema nos lleva a otra cosa que pide Dios de la mujer:

  1. Dios pide a la mujer que no ejerza dominio sobre el hombre.

“La mujer aprenda estando quieta, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” (1 Tim. 2:9-14). El apóstol pide que la mujer no mande sobre el hombre, como leemos en el poema de Milton. Ella lo llevó a la perdición. Fue engañada por el maligno, a diferencia de Adán quien reconoció el engaño de entrada. Este es el motivo por el cual el liderazgo debe residir en el hombre. El engaño de Satanás es muy sutil y parece espiritual a la mujer. La finalidad que perseguía Eva era buena, “alcanzar la sabiduría”, pero el camino no era el correcto. Es por su protección que Dios la pone bajo el liderazgo del hombre. Capaz, sí lo es, y mucho, pero no es el papel que tiene Dios diseñado para ella. No es cuestión de lo que ella puede hacer, sino de lo que debe hacer.  

  1. Dios pide que se vista con pudor y modestia, y que su hermosura proceda de sus buenas obras. 

“Que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Tim. 2:9, 10). En este pasaje el apóstol tiene muchas instrucciones para la mujer. Que sea discreta en su forma de vestir, no llamando la atención a sí misma, ni por su ropa, ni por sus joyas, ni por su peinado, sino que lo que le haga hermosa sea su buen obrar, su sabiduría, prudencia y bondad. La mujer es de por sí hermosa sin añadir artefactos artificiales. Que su forma de vestir sea atractiva, pero, por encima de lo exterior, que cultive la belleza interna de un carácter hermoso.

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