“A causa de las fornicaciones, cada uno tenga a su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1 Corintios 7:2).
Lectura: 1 Cor. 7:2-5.
Querida amiga, el desafío que tenemos por delante es ver si una mujer del siglo XX puede sobrevivir, y, más que sobrevivir, ser “más que vencedora”, con los principios bíblicos que afirmamos. Las fuerzas del mal nos observan para ver si tú y yo podemos vivir según la Palabra de Dios a pesar de toda la enseñanza actual que nos es contraria, ¡incluso en círculos cristianos!, además de toda la presión del mundo en contra nuestra. El diablo se ha propuesto destruir a la mujer en esta generación ¡y nosotras somos parte de la resistencia! Pretende destruirla como parte de la creación de Dios al convertirla en varón y así darle una bofetada al Creador quien nos creó para ser diferentes.
Si tuvieses un marido que fuese líder, la sumisión sería más fácil, porque, al menos, sabrías a qué someterte. Si el tuyo fuese comunicador innato, sería más fácil la convivencia. Si él fuese más despierto en cuanto al sexo, y si tú estuvieses más interesada en ello, sería más fácil sentirte femenina. ¿Es posible ser mujer cuando el marido no se siente atraído por ti? Dios te ha quitado las ayudas naturales en tu caso. Tienes la sociedad, la personalidad de tu marido, tu propio cuerpo, tus deseos personales y un sector de la Iglesia en tu contra. ¡Hay mujeres pastoras ahora! Solo la obediencia fiel a la Palabra de Dios puede salvaguardarnos para que no destruyamos nuestras vidas trayendo mala fama sobre nuestro Salvador. Su nombre será blasfemado entre los gentiles si nuestros matrimonios fracasan. ¿Es posible someternos cuando el marido, o bien no decide nada, o bien decide algo que no queremos hacer? ¿Es posible respetarlo cuando falla su ministerio? ¿Es posible para una mujer vivir en armonía gozosa con un marido apocado? ¿Puede Dios vencer en nuestro caso o no puede? El diablo dice que no. ¿Podemos seguir las enseñanzas de las Escrituras literalmente cuando no nos apetece? Podemos decidir respetar a nuestros maridos simplemente porque Dios nos lo pide, y nada más. Todos los demás logros en la vida son insignificantes en comparación. Esta es la batalla en la cual estamos inmersas y en la cual el enemigo intenta destruir a la mitad de la creación. Estamos en primera línea de batalla y todo está en contra nuestra. ¿Podemos ser más que vencedoras por medio de Aquel que nos amó? Solo venceremos si morimos a nosotras mismas cuando todo lo que hay dentro nuestro está gritando que necesitamos un hombre que sea varonil. Hemos de morir diariamente y ser levantadas a nueva vida, sentadas en la esfera celestial al lado de nuestro Padre que nos ama.
Las Escrituras que el Señor quiere que vivamos por ellas como mujeres son Efesios 5:22; Tito 2:3-5; 1 Cor. 7:2-5. Hemos de morir al deseo carnal de realización, al éxito humano, a nuestras ideas de cómo debe ser un marido cristiano, y cumplir con nuestra parte. Tenemos que ir a la Cruz y renunciar a todo lo que pide a gritos nuestra carne, confesar nuestra amargura y dar gracias a Dios por lo que Él, en su amor infinito y sabiduría eterna, ha escogido para nosotras. Amiga, estoy contigo en esta batalla.
[1] Esta carta fue escrita hace más de 30 años a una amiga. Ella ha visto cómo su marido ha tenido que salir de la obra y tomar un trabajo secular, ha sufrido mucho con sus hijos, pero ha cosechado los beneficios de su obediencia al Señor. Su familia ha sido muy bendecida por su fidelidad a su llamamiento de ser mujer.
Copyright © 2023 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.