“Cristo es la imagen del Dios invisible… en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles… Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:15-17).
Lectura: Col. 1:15-18.
Hemos tocado muy por encima los “superpoderes” que tenían algunas de las personas que salen en el Antiguo Testamento. Hemos de reconocer que Satanás también tiene poder para hacer milagros como vemos en el caso de los magos de Faraón en tiempos de Moisés. Hay un abismo entre lo que los superpoderes de los cómics pueden hacer, lo que el diablo puede hacer y lo que los hombres de Dios pueden hacer si Dios les concede el poder para hacerlo. Los superpoderes no son reales. Los poderes reales, o bien son diabólicos, o bien son de Dios. Los diabólicos se ven en brujos y hechiceros, y también en personas malas, pero todas estas están bajo el control de Dios. Dios da sus poderes a ciertas personas para Sus fines. No son innatos. Los fariseos atribuyeron los poderes de Jesús a Satanás. Por el otro extremo, cuando una víbora le picó a Pablo y no murió, la gente en la isla de Malta creía que era un dios. No vivimos en un universo dualista en el que el bien y el mal son igualmente potentes y están en guerra para conseguir la supremacía, sino en uno en el que Dios tiene todo el poder y controla la fuerza del mal.
El tema de superpoderes y poderes reales puede ser confuso para los niños que están acostumbrados al mundo virtual. Nuestros nietos nos ven por la pantalla, ven a los superpoderes y ven a dibujos animados de Jesús y tienen que distinguir entre lo real y lo no real. Necesitan mucha orientación y supervisión de los padres. Lo que ellos tienen que comprender es que Dios no es un superpoder. Es una magnífica Personalidad. Es justo, pero no hace justicia matando, como algunos superpoderes, sino muriendo Él. Se dio a Sí mismo en la Cruz. Ama al hombre. Es bueno. No es violento, cruel, o maquiavélico. Castiga a sus enemigos con justo juicio. Es todopoderoso, sabe todas las cosas, y está en todos los lugares a la vez. Su poder no tiene límite; puede hacer todo, menos ir en contra de Sí mismo. Él creó y sostiene el universo por la Palabra de su boca. En cambio, los superpoderes usan sus habilidades especiales para defenderse, matar a sus enemigos, y entretener al público. Jesús no usó sus poderes para ninguna de estas cosas. Podría haberlos usado para matar a los hombres de Nazaret cuando intentaron tirarlo por un precipicio y matarlo, pero no lo hizo. ¡Pasó por en medio de ellos y se fue! ¿Tenía una pared de fuerza alrededor? No lo sabemos. Era invulnerable hasta que llegó la hora prevista de su muerte, ¡lo mismo que nosotros! Podría haber pedido que el Padre le mandase miles de ángeles para librarlo de la muerte, pero no lo hizo, porque vino para morir. No mató a sus enemigos, se entregó en sus manos y murió para salvarlos. Resucitó triunfante sobre Satanás, invencible, y edificará su Iglesia a pesar de toda oposición, y, para ello, nos usará a nosotros. No tenemos superpoderes, pero Dios está con nosotros, y ganaremos, aunque muramos. Resucitaremos con cuerpos nuevos que son invencibles, como Jesús, ¡con poderes que superarán a los de todos los “superpoderes”! En aquel día, si estos fuesen reales, ¡se quedarían embobados con nosotros!
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