“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: …” (Lucas 4:1-3).
Lectura: Lucas 4:3-13.
Las tentaciones que Jesús enfrentó eran muy reales. En su vida de fe llegó el momento en que tuvo que decidir cómo iba a enfocar su ministerio. ¿Qué métodos usaría para establecer el reino de Dios en la tierra? ¿Cómo determinaría su identidad doble, como Hijo de Dios y Siervo Sufriente (Is. 42:1), el curso que debería tomar? ¿Cómo podía sufrir y reinar a la vez? ¿Cómo podía ser el Cordero de Dios y también el Rey de Israel? Así que escuchamos el mensaje acerca de las luchas de Jesús con la tentación para encontrar la voluntad de Dios para su vida, para luego aplicar los principios subyacentes a nuestras vidas. O no. Tal vez como cristianos nunca hayamos comprendido que nosotros también debemos buscar la voluntad de Dios para nuestras vidas. Tal vez no nos demos cuenta de que el diablo pretende frenar su realización.
Lo que el predicador suele dar por sentado es que los creyentes en su congregación:
- Son discípulos de Jesús.
- Han dedicado sus vidas a hacer la voluntad de Dios.
- Quieren vivir una vida de fe.
- Están en la guerra espiritual de forma consciente y luchan contra la tentación de conformarse al patrón de este mundo.
- Saben distinguir entre la voz de la Dios y la del diablo.
- Entienden que el diablo pretende inutilizarlos para que sus vidas no cuenten para los propósitos de Dios.
- Saben buscar la voluntad de Dios para sus vidas por medio de las Escrituras.
- Aman a Dios de todo corazón y quieren hacer su voluntad.
- Creen que son el blanco de Satanás.
- Han recibido el Espíritu Santo y están vivos al mundo espiritual.
El creyente es alguien que ha recibido el perdón de sus pecados, ha nacido de nuevo, vive la vida en el Espíritu, y está haciendo la voluntad de Dios. Sigue a Cristo y modela su vida en el ejemplo de Cristo: “Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21).
[1] Mis reflexiones sobre el estudio dado por D. F. Burt por Zoom a la Iglesia de C/ Verdi, 2/1/23.
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