NO QUERÉIS VENIR A MÍ

“No queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40).

Lectura: Juan 5:31-40.

            En su confrontación con los fariseos después del milagro de la sanidad del paralitico, Jesús les dio cuatro motivos por los que deberían creer en Él: por el testimonio de Juan el bautista (5:33), por el testimonio que dan las obras del Padre que Él está realizando (5:36), por el testimonio del Padre mismo que habló desde el cielo (5:37), y por el testimonio de las Escrituras que hablan de Él (5:39). Ellos tienen cuatro testimonios poderosos que hablan de Jesús, pero rehúsan venir a Él para que tengan vida. No quieren. Son obstinados y rebeldes. Han oído el testimonio de Juan; han visto los milagros, ¡sin ir más lejos, acaban de ver el milagro de la sanidad del paralítico!; han oído la voz del cielo; y pasan el día estudiando las Escrituras, ¡pero no entienden que cada página habla de Jesús!

¿Por qué no entienden nada? Jesús se lo explica, sin pelos en la lengua:

  1. “No tenéis el amor de Dios en vosotros” (5:41). No pueden creer porque no ven lo evidente, porque no tienen el amor de Dios en sus corazones. No aman a Dios, no aman a sus mensajeros, no aman a los hombres, y no aman las Escrituras. No aman nada salvo a ellos mismos. Cuando alguien ama a Dios, ve obrar su mano, oye su voz, comprende las Escrituras, y escucha a sus siervos.
  2. “¿Cómo podéis creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” (5:44). No pueden creer porque solo tienen ojos para su propia importancia. Ven lo que les interesa. Claro, si Jesús es el Hijo de Dios, esto les cambia la vida: cambia su religión, tendrían que someterse a su autoridad y perder importancia en la sociedad. Cambia su forma de entender las Escrituras que llevan años enseñando. Cambia su forma de relacionarse con la gente; la amarían. Si amasen de verdad, habrían estado contentos con el milagro hecho al paralítico y lo habrían felicitado, le habrían dado un abrazo, y le habrían preguntado quién lo hizo para poner su fe en él, pero nada de esto. Solo les interesaba lo que haría relucir su importancia.
  3. “Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él, pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?” (5:46, 47)Esto es un golpe muy duro, porque ellos se jactaban de ser discípulos de Moisés (Juan 9:28).

En resumidas cuentas, ellos tuvieron toda la evidencia necesaria para creer en Jesús y ser salvos, pero no quisieron venir a Él para tener vida, porque no les interesaba. Es lo mismo que pasa hoy día. La gente tiene nuestro testimonio y el de otros creyentes, y tiene las Escrituras, pero no quieren venir a Jesús para tener vida, porque no les interesa. No aman a Dios, ni a la gente, buscan su propio prestigio, y no creen lo que dice la Biblia. Incluso si experimentasen un milagro impresionante, tampoco creerían. Si el mismo paralítico que experimentó el milagro escogió la religión y rechazó a Jesús quien lo había sanado, ¿qué de nuestros familiares y vecinos? Si tienen un corazón para Dios, si aman a la gente, si son humildes, y si respetan la Biblia, cuando tengan la oportunidad, vendrán a Jesús y serán salvos. ¡Vamos a darles esta oportunidad!   

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