“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).
Lectura: Romanos 8:1-9.
La desesperación de Job tiene su origen en la idea de que la obediencia conduce al éxito y la prosperidad. Esta filosofía está basada en una premisa falsa. No hay nada en la Biblia que diga que, si seguimos a Jesús, nos llevará al éxito. Pero la Biblia sí que dice que no debemos juzgarnos, que Dios es el único Juez válido (1 Cor. 4:3-5). Si no somos exitosos, sentimos culpa. Esta culpa es la culpa falsa, y es satánica. Este razonamiento es satánico. Es un engaño suyo. Esta forma de pensar está calculada para destruirnos, porque es un concepto falso de cómo Dios obra. De este tema se tratan todos estos capítulos de los discursos de los amigos de Job, del razonamiento equivocado y la condenación si no conseguimos el éxito. Job termina por condenarse. Es entonces cuando Dios interviene para decirle que si se condena está invalidando la Palabra de Dios (Job 40.8). Si Dios lo ha justificado, ¿quién es él para condenarse?
El diablo se nos acerca con argumentos bien razonados basados en premisas falsas que nos conducen a la desesperación y la autocondenación. Caemos al fondo del abismo. ¡Y, entonces, con gran sorpresa y deleite, encontramos que ¡en el fondo del abismo hay una Cruz! Jesús murió por mí. Me da su justicia. Mi éxito no demuestra que soy justo. Jesús no tuvo éxito al final de su vida, no como el hombre evalúa el éxito. Murió condenado. Pero hizo la voluntad de Dios y se levantó justificado, para ti y para mí. Satanás lo acusó y lo condenó, pero Dios lo justificó y lo levantó de la muerte, y Él es nuestra vida. Estamos en Él. Su victoria es nuestra victoria. Y yo me presentaré delante de Dios en Su justicia. Dios juzgará mi vida en base a mi corazón. Yo he escuchado a Dios y he hecho su voluntad y Él determina los resultados; yo no puedo controlarlos. Dios quiere que lo ame y que ame a otros. No pide éxito, sino obediencia, y Él determina a dónde conduce mi obediencia.
La vida de Job antes de la intervención de Satanás era perfecta. Dios lo hizo pasar por la cámara de tortura de Satanás para mostrar que su corazón estaba perfecto hacia Dios. Entonces Dios lo sacó. Satanás no pudo tocar la fe en Dios de Job. Salió intacta. Dios fue glorificado en su siervo, y el libro de Job permanece por todo el tiempo y toda la eternidad como pentáculo de alabanza a Dios por su admirable y fiel capacidad para ayudar a su siervo, y a sus siervos, en la tortura de angustia mental bajo el fuego satánico de la incesante acusación y condenación.
Job salió puro, y tú también lo harás. Dios intervendrá y pondrá fin a lo que tú estás pasando. Se revelará a sí mismo. Te hablará acerca de su soberanía, su infinita superioridad sobre Satanás y tu justificación total conseguida en la cruz del Calvario. Tú estás en Cristo y en Él tiene complacencia.
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