“Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; más ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía” (Lucas 21:1-4).
Lectura: Marcos 12:41-44.
Esta mujer entregó todo su sustento al Señor. Desde aquel momento el único responsable de sostenerla era Dios mismo. Se hizo rica, porque todas las riquezas de Dios ya estaban a su disposición. ¡Cómo ministró a Dios esta mujer! Mostró que solo Dios basta. No necesitaba nada fuera de Él y en Él todo lo tenía.
1 Has anhelado la dulce paz,
y que la fe aumente,
y has orado con fervor y fervor.
Pero no puedes tener descanso,
O ser perfectamente bendecido,
Hasta que todo esté puesto en el altar.
Estribillo:
¿Está puesto todo en el altar del sacrificio?
¿Tu corazón es controlado por el Espíritu?
Solo puedes ser bendecido,
y tener paz y dulce descanso,
si le entregas tu cuerpo y tu alma.
2 ¿Caminarías con el Señor
A la luz de Su Palabra,
Y tendrías paz y contentamiento siempre?
Debes hacer Su dulce voluntad
Para estar libre de todo mal–
En el altar tu todo lo debes poner.
3 Oh, nunca podemos saber
Lo que el Señor otorgará
De las bendiciones por las cuales hemos orado,
Hasta que nuestro cuerpo y nuestra alma
Él los controle por completo,
Y nuestro todo sea puesto en el altar.
4 ¿Quién puede decir todo el amor
que Él enviará desde lo alto,
y cuán felices serán nuestros corazones,
de la dulce comunión
que compartiremos a Sus pies
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