LA CULPA

“Recapacita, ahora, (Job); ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan” (Job 4:7, 8).
 
Lectura: Job 4:3-5.
 
            Job: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (3:25). ¿De quién es la culpa? Si tienes la hipótesis de que a la gente buena solo le ocurren cosas buenas, y resulta que te ocurre algo malo, la culpa te invade: “Esto tiene que haberme pasado por mi culpa. Habré hecho algo para merecerlo”. Si pensamos que en la voluntad de Dios está la felicidad, y no estamos felices, ¿qué? ¿Estamos fuera de la voluntad de Dios? ¿Nos hemos equivocado de camino? Si pensamos que su voluntad para nosotros nos proporciona éxito, un matrimonio feliz, hijos ejemplares, la salud, un buen trabajo, suficientes ingresos para vivir, y una iglesia que funciona bien, pero no lo tenemos, ¿esto es por culpa nuestra? Esto es lo que Elifaz cree. Por eso acusa a Job. En efecto le dice: “No eres inocente, no eres justo, por eso Dios te castiga”. “Los que aran iniquidad, la siegan. Perecen por el aliento de Dios, y por el soplo de su ira son consumidos” (4:8, 9). A Job le echa la culpa por lo que le ha pasado. Luego Satanás mismo acusa a Job: “Y al pasar un espíritu por delante de mí, hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo. Paróse delante de mis ojos un fantasma, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía: ¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el hombre más limpió que el que lo hizo?” (4:15-17). Está preguntando: ¿Tú te crees más justo que Dios que ha decretado tu sufrimiento? ¡Anda!, reconoce tu culpa. Mereces lo que te ha pasado. Este argumento satánico es de una fuerza terrible. Nos destruye. Pero es mentira.
           
            Muchos creyentes piensan que, si sufren, es porque no están en la voluntad de Dios, que Dios les está dando lo que merecen por su falta de descernimiento de su voluntad. Piensan que, o bien su infelicidad es por su culpa, o por la culpa de su marido, o por la culpa de su trabajo, o por la culpa de la iglesia, o por la del país. ¿Cómo puede ser la voluntad de Dios que yo sufra? ¡A veces lo es! (Santiago 5:11).
 
Luego sale Elifaz con una idea genial: “¡Por qué no oras y todo te irá bien!”: “Ciertamente yo buscaría a Dios, y encomendaría a él mi causa; el cual hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número” (5:8). ¡Dios hará un milagro! ¡Qué bueno! El pobre Job no había cesado de orar, pero no se había producido ningún milagro.
 
            ¿Has orado y buscado la voluntad de Dios? ¿Has sido obediente? ¿Estás viviendo la vida cristiana? ¿Eres honesto? ¿Haces lo que la Biblia dice? ¿Estás en comunión con tu iglesia? ¿Respetas a tu marido? ¿Llevas a tu familia según las Escrituras? Si estás haciendo lo que debes y te va mal, eres Job. Acéptalo. No dejes que el diablo o cualquier otra persona te acuse. No te culpes a ti mismo. Quita de tu cabeza la idea de que la voluntad de Dios siempre trae felicidad. A veces trae sufrimiento intenso. Mira la vida de los profetas. Lo tuyo no es tu culpa. ¡Eres un héroe de la fe! Ten paciencia. Entenderás luego lo que Dios está haciendo contigo.

Copyright © 2022 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.