VICTORIA SOBRE EL ADVERSARIO (1)

 
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo… Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues firmes,” (Efesios 6:11, 13, 14).
 
 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).
 
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios… Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe” (1 Pedro 5:6, 8, 9).
 
 Lectura: 1 Pedro 5:6-9.
 
En el libro de Job hemos visto cómo Satanás fue a por él con toda su furia. Job venció al adversario humillándose bajo la poderosa mano de Dios. Resistió las mentiras del enemigo en boca de sus amigos ¡quienes estaban intentando ayudarlo!, pero se quedó anonadado bajo el ataque de Eliú, y habría perdido la batalla si no hubiese intervenido Dios para socorrerlo. El Señor, pues, no permite que seamos tentados más de lo que podemos resistir (1 Cor. 10:13). Job no tenía los escritos del Nuevo Testamento para ayudarlo. ¡Él estaba recibiendo la revelación de Dios que tanto nos ha ayudado a nosotros!
 
En los versículos que figuran arriba tenemos lo que Pablo, Santiago y Pedro han escrito acerca de la guerra espiritual. Notemos que tanto Santiago como Pedro hablan de la relación que debemos tener con Dios para vencer: someternos a él y humillarnos bajo su poderosa mano. Las presiones de la vida que nos aplastarían de otra manera están bajo su mano, bajo su gobierno y bajo nosotros también. No luchamos contra lo que Dios permite, nos sometemos a ello, nos humillamos y aceptamos su voluntad. Aceptamos lo que Dios ha permitido, pero resistimos lo que el diablo pretende.
 
No salimos como soldados de Dios para atacar al diablo. Esto sería mortal. Nos advierte en el libro de Job que él es demasiado poderoso para nosotros (Job 41:8), pero estamos seguros y protegidos bajo la poderosa mano de Dios. Job aceptó la voluntad de Dios (Job 2:10). No resistió a Dios, sino al diablo. En su caso, resistió la tentación de atribuir despropósito a Dios (Job 1:22). Esto significa que no pensó mal de Dios, no le atribuyó injusticia o malas motivaciones al permitir sus sufrimientos.
 
Tanto Pablo como Santiago y Pedro coinciden en que lo que tenemos que hacer es resistir al diablo. Resistir es no caer en tus tentaciones, es no creer sus mentiras, es no pensar mal de Dios. Hemos de pensar, ¿qué pretende el enemigo?, tenerlo claro, y no sucumbir a su voluntad. Otra cosa que tenemos que hacer es “estar firmes” (Ef. 6:13). Nos defendemos con una fe fuerte en Dios, como hizo Job, y con la Palabra de Dios (Ef. 6:17), como hizo Jesús en sus tentaciones. Para ello, hemos de meditar en ella y buscar los versículos que van bien para nuestra situación, creerlos, y obedecerlos. Y finalmente hemos de estar “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Ef. 6:18). Esta es la manera bíblica de ganar la victoria sobre nuestro adversario el diablo.   

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