“Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? (Job 38:1, 2).
Lectura: Job 38:3, 4.
Hagamos un breve repaso de lo que hemos visto en este insondable libro, repleto de tanta revelación de Dios y del Adversario, que nunca terminamos de maravillarnos.
Estamos intentando establecer quien es el que no tiene sabiduría. Eliú acaba de decir: “Job no habla con sabiduría, que sus palabras no son con entendimiento. Deseo yo que Job sea probado ampliamente, a causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos. Porque a su pecado añadió rebeldía; bate palmas contra nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras” (Job 34:35-37). Y también: “Por eso Job abre su boca vanamente y multiplica palabras sin sabiduría” (Job 35:16). Dos veces Eliú acusa a Job de no tener sabiduría. Entonces Dios interviene y dice: ¿Oh sí? ¿Quién es el verdaderamente sin sabiduría de este grupo?: “Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? (Job 38:1, 2). Luego continúa en un tono despreciativo haciendo preguntas para establecer quien es el insensato de verdad: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber si tienes inteligencia” (Job 38:4). ¿A quién dirige las preguntas? A estas alturas ya sabéis cual es mi respuesta. ¿Cuál es la tuya? ¿Piensas que Dios habla con desprecio a sus amigos? ¿Dios quiere que pensemos que Job es un insensato? ¿Elige tal mal Dios a sus amigos? ¿Alaba a una persona y después la insulta? Dios dijo: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8). ¿Ahora va a reconocer ante Satanás, que está escuchando esta conversación con mucho interés, que se había equivocado en cuanto a Job, que Job efectivamente había “multiplicado sus palabras contra Él”, tal como dice Eliú? Dios dice claramente a sus cuatro oyentes al final (¡y lo oye la quinta columna que intenta destruir su mundo desde adentro!, es decir, las huestes de maldad): “No habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job” (42:7, 8); y “No habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job” (42:8). ¡Lo dice y lo reafirma!
“Además respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto” (40:1, 2). ¿A quién se refiere Dios? ¿Quién es el no sabio, el insensato, que se atreve a contender con Dios? ¡Sería más sensato contender con un león rabioso! Dios ya ha dicho que Job teme a Dios. Así que eliminamos la posibilidad de que sea él. ¿Quién es el contencioso? ¿Cuál es la contención? La contención es la que se planteó en el capítulo 1: “¿Acaso teme Job a Dios de balde?” (1:9). ¿Job es sincero en su temor a Dios, o es un interesado? ¿Solo le teme por el bien personal que recibe de Dios? Hemos leído 42 capítulos al respecto. ¿Cuál es la conclusión? Job ha maldecido a Dios a su misma cara? En absoluto. ¿Le ha faltado el respeto? Nunca. ¿Dios está airado con él? Al contrario, está orgulloso de él. ¿Entonces quién es el insensato? ¿Quién es el Adversario de la causa de Dios? Job ahora puede identificarlo con claridad y repite la pregunta retórica, citando a Dios: “Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?” Job ha identificado al Adversario que está escondido tras Eliú, pero más allá, ha visto la superlativa grandeza de la magnificencia y el resplandor de Dios, y solo puede caer como muerto a sus pies, arrepentido. Y así terminan las palabras de Job. ¿Y qué diremos nosotros cuando veamos a Dios cara a cara en el Día Final con su cegadora luz? Qué nuestra única defensa es la justicia del Señor Jesús, nuestro Salvador, que sin Él estamos perdidos.
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