“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:6-8).
Lectura: 1 Pedro 5:5-11.
El Adversario va a por nosotros. El apóstol aquí nos orienta ¡para que evitemos que nos coma! Cuando nos preocupamos, estamos invitando al diablo a acercarse a nosotros. Cuando estamos en medio de una prueba larga, el diablo quiere aprovecharla para sembrar dudas en cuanto a Dios. Si somos orgullosos, ¡esto es lo suyo!, porque sabe que Dios resiste a los soberbios. Estaremos desprotegidos y abiertos a las tentaciones del diablo. La forma de resistirlo es (1) tener confianza en el cuidado de Dios (1 Pedro 5:7); (2) tener paciencia en la prueba (1 Pedro 5:10); (3) y humillarnos bajo la mano de Dios (1 Pedro 5:6), aceptando lo que Dios permite en nuestras vidas (1 Pedro 5:6).
- Dios cuida de ti: “Él tiene cuidado de vosotros”. La ansiedad estorba nuestra relación con Dios. Viene porque no estamos confiando en Él. Si echamos todas nuestras preocupaciones sobre Él con fe en que Él nos ayudará en medio de ellas, tendremos paz: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:6, 7).
- La prueba es para tu santificación: La prueba es por un poco de tiempo, pero el resultado es para la eternidad: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca, y establezca” (1 Pedro 5:10). Que tengamos paciencia y esperanza.
- Protégete bajo la poderosa mano de Dios. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5). El diablo cayó por su orgullo. No aceptó el lugar que Dios le había asignado, quería ser aún más importante. En lugar de buscar nuestra promoción, la atención puesta en nosotros, la admiración de la gente, ser el centro de la atención, en lugar de esto, si nos humillamos y dejamos que Dios nos exalte cuando lo vea conveniente, evitamos muchas tentaciones. Humillados bajo la poderosa mano de Dios estamos protegidos del enemigo de nuestras almas.
- Resiste al diablo estando firme en la fe (1 Pedro 5:9). Necesitamos fe en las promesas de Dios, su provisión y su providencia. Lo que el diablo ataca es nuestra fe: “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6). “Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4). Ten fe en Dios.
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