LA MUJER COMO EVANGELISTA (2)

“Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (Juan 4:28-29).
 
Lectura: Juan 4:28-30, 39-42.
 
El Espíritu Santo nos es dado para evangelizar: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Jesús no pudo dar el Espíritu a la mujer samaritana en aquellos momentos, porque todavía no había venido el día de Pentecostés, pero pudo ungirla con el Espíritu para evangelizar, y esto lo hizo. Ella se fue corriendo para dar las buenas nuevas a su pueblo, que había encontrado al Mesías. Notemos el método de evangelización de esta mujer. Antes que nada, ella fue enviada por Jesús, y obedeció. Era solícita. Dio su testimonio, explicó su encuentro con Jesús. No predicó un sermón. No les dijo a los hombres lo que tenían que hacer o lo que tenían que creer (esto no gusta), sino que les invitó a venir a Jesús y averiguar por sí mismos si éste era el Mesías. Les dejó libres para tomar una decisión por ellos mismos.
 
Los hombres de su pueblo vinieron, conocieron a Jesús y creyeron en Él por sí mismos. El resultado de la evangelización de esta mujer fue fenomenal. Todo el pueblo en masa se convirtió, y Jesús se quedó dos días más con ellos para adoctrinarlos en su nueva fe. Ya creyeron en Jesús, pero necesitaban nacer de nuevo. Ellos no recibieron el Espíritu Santo en este momento por motivos históricos. Todavía el Espíritu Santo no había sido enviado por Jesús desde el cielo. Esto ocurriría en el día de Pentecostés. Después de Pentecostés, cuando los discípulos fueron por todas partes predicando el evangelio tal como Jesús los había mandado, fueron a Samaria, y volverían a ver a estos mismos hombres y a la mujer. Les explicaría cómo Jesús fue crucificado y el significado de su muerte, su resurrección y ascensión al Cielo. Ya conocerían el evangelio completo y recibieron del don del Espíritu Santo. Dios completó su obra.
 
Antes de finalizar vamos a observar el método de evangelización de Jesús. Es muy diferente a la evangelización que normalmente tenemos. En ningún momento tuvo prejudicios en contra de la mujer (como yo), ni por su religión, ni por su raza. No discriminó contra otros pueblos. Aceptó a la mujer de entrada. Él empezó ofreciéndole el Espíritu Santo. Aclaró las preguntas doctrinales que tuvo. Vio que era una persona preparada. No dividió judíos contra samaritanos, sino que habló de unidad en el Espíritu. La llevó de forma natural, sin confrontación directa, a confesar su pecado. Cuando ella lo reconoció, se reveló a ella. Y ella respondió obedeciendo. Se fue a buscar no solamente a su marido, sino a todos los hombres del pueblo y los llevó a Jesús.
 
Jesús nos evangeliza para que nosotros evangelicemos. Nos da el Espíritu Santo para que lo hagamos. Nos lleva a personas que Dios ya tiene preparadas. Y usa para evangelizar tanto a mujeres como a hombres. Por la obra del Espíritu Santo esta evangelización es eficaz.     

 

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