“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe” (1 Pedro 5:6-9).
Lectura: 1 Pedro 5:9-11.
¿Cómo obra el diablo?
Pues, el diablo obra en tres niveles principales, que son los siguientes:
- El enemigo nos tienta a caer en pecado. La juventud de hoy es tentada a caer en la pornografía, la fornicación, la prostitución y la masturbación. Si caes, tu conciencia no te deja servir al Señor; la conciencia te acusa, pierdes la paz con Dios y la comunión con Él; no tienes el poder del Espíritu Santo para ayudarte. Si no confesamos el pecado, hay una barrera entre nosotros y Dios. Si estamos en pecado, no somos aptos para servir a Dios.
- El enemigo nos tienta a llenar nuestra vida de cosas que no nos dejan tiempo para Dios: el móvil, la informática, muchas reuniones, gente que no va a cambiar nunca, demasiados compromisos, cosas lícitas, pero innecesarias. Vamos con prisa a todas partes. Los ministerios cristianos nos llenan tanto que no tenemos tiempo para buscar al Señor de manera personal. El ministerio ocupa el lugar que Dios debe ocupar. Llega a ser un ídolo.
- El enemigo nos tienta a usar métodos satánicos en la obra de Dios, como, por ejemplo, marketing, la música del mundo, quiere que busquemos la popularidad y la aprobación de la gente y que prediquemos lo que la gente quiere oír, que haya rivalidad entre nosotros y otros que están en el ministerio, que nuestra meta sea el de ganar mucho dinero, que solo hablemos de lo políticamente correcto, que cuidemos mucho nuestra imagen y reputación, que nos preocupen mucho las apariencias, y que montemos un espectáculo religioso. ¡Los que actúan así suelen acabar con iglesias enormes!
Otros métodos más sutiles:
- Emplea la falsa culpa. Nos acusa del incumplimiento de cosas que no son nuestra responsabilidad; nos acusa de pecados del pasado que han sido perdonados desde hace mucho tiempo; nos acusa de haber tomado decisiones equivocadas cuando no es cierto; nos acusa de los pecados de otros cuando no son nuestros; nos acusa de ser ineptos e inútiles; nos acusa de no hacer nada bien; y nos acusa de no alcanzar el listón de Dios.
- La obsesión neurótica: La preocupación continua y aplastante de estar fuera de la voluntad de Dios, de no tener la aprobación de Dios, de que no vas a llegar al Cielo; que no eres uno de los elegidos.
- Dudas. Dudas acerca de la veracidad de las Escrituras, de la bondad de Dios, del Evangelio, de lo básico de tu fe.
Orad y velad y resistidlo, firmes en la fe.
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