¿TODAS LAS RELIGIONES SON IGUALES?

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
 
Lectura: Juan 14:2-7.
 
Con una sola frase Jesús eliminó para siempre toda posibilidad de llegar a Dios por cualquier religión del mundo. Solo se llega a Dios por medio de Él. No se puede llegar a Dios por la práctica sincera del hinduismo, del budismo, del islam, del judaísmo, del catolicismo, del protestantismo, por ser animista, mormón, o Testigo de Jehová. Solo se llega a Dios por Jesús. Él es la vía, el único Camino. Tampoco se llega a Dios por medio de ser buena persona, por ayudar a la humanidad, o por el sufrimiento. Solo se llega a Dios por medio de Jesucristo. Por estas las otras vías se llegan a otros dioses que en realidad son demonios (1 Cor. 10:19, 20).
 
Jesús dijo: “Nadie viene al Padre, sino por mí”. No dijo: “Nadie llega a dios”, porque de dioses, hay muchos; dijo: “Nadie llega al Padre”. Nuestro Dios es “el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (1 Pedro 1:3; Ef. 1:3, 4; 2 Cor. 1:3).  Ni en el hinduismo, el budismo, el islam, el judaísmo, o en los Testigos de Jehová se reconoce que Dios tiene un Hijo y que este hijo es Divino. Mucho menos admiten que sea el camino exclusivo al Padre.
 
Pretender que todas las religiones son iguales es ignorar la historia de la humanidad. Todas las civilizaciones del mundo se centraban en la práctica de su religión y la adoración de sus dioses. En tiempos del Antiguo Testamento cada país tenía sus dioses. Se les adoraban en medio de fiestas desenfrenadas que se celebraban emborrachándose, danzando frénicamente al sonido de música estridente, teniendo sexo con mujeres o niños dedicados al sexo cultual. Se sacrificaban niños en los fuegos de los baales. El regazo de la enorme estatua de Moloc era un horno de fuego al cual las madres ofrecían sus bebes. Los entregaban para ser quemados vivos mientras los tambores sonaban fuertes para sufocar sus gritos desgarradores. Dios mandaba el exterminio de estos pueblos. En el hinduismo las familias dejaban a sus hijos no deseados en los templos para ser empleados en la prostitución cultual de sus dioses. En los entierros de los hombres hindúes, se les quemaban los cadáveres en las piras funerarias y lanzaban a sus viudas a las llamas para ser quemadas vivas juntamente con los cuerpos de sus maridos. ¿Cómo se puede decir que todas las religiones son iguales?
 
¿Y qué de la religión de la calle hoy día? Hay fiestas que se parecen muchos a las orgias de antaño en los cuales la gente se emborracha y come hasta reventar. En las discotecas se practica el sexo indiscriminado al son de la música estridente; se busca pareja y ¡a la cama! Se “practica” la pornografía, enseñamos a los niños la promiscuidad en los párvulos y a jugar con el sexo. No sacrificamos a los bebes, los matamos antes de nacer. Los religiosos buscan el éxtasis por medio de la música en el culto, y los no religiosos en la discoteca. La religión de hoy se llama “culto al cuerpo”. Él es el dios de este siglo. Hay un abismo entre las prácticas de hoy, que conducen la infierno, y Jesús que es el Camino al Padre.

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