LA POESIA (1)

“¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuente de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!” (Jeremías 9:1).
 
Lectura: Jer. 9:1-5.
 
En esta porción de la Escritura tenemos al profeta expresando su dolor de forma poética y Dios explicando por qué ha pasado esta tragedia. La poesía es una forma gráfica de poner en palabras nuestros sentimientos. Una gran parte de la Biblia es poesía: los Salmos, el libro de Cantares, Proverbios, Job y Eclesiastés. “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma, y ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmo 84:1, 2). Esto es poesía. Expresando lo mismo en palabras cotidianas viene a ser: “Deseo de todo corazón estar en la presencia de Dios”, pero no es lo mismo. Pierde emoción. Pierde belleza. Pierde intensidad y profundidad.
 
Lo mismo pasa con la música de alabanza. Los himnos de los siglos XVII-XVIX fueron escritos por poetas “profesionales”, digamos, ministros de la iglesia, y personas con estudios y entendidos en las doctrinas de las Escrituras, hombres que conocían a Dios personalmente, y muchos de ellos escribían en medio del dolor. Habían pasado por tragedias y muertes y habían encontrado a Dios en ello. El resultado de sus poesías fue de consuelo, de enseñanza, de edificación y ayuda al pueblo para conocer a Dios y entender sus caminos. Entre estos escritores de himnos entendidos en la poesía los más conocidos fueron: Richard Baxter (1615-91), Isaac Watts (1674-1748), Charles Wesley (1707-88), John Newton (1725-1807), William Cooper (1731-1800), James Montgomery (1771-1854), Horatius Bonar (1808-89), Frances R. Havergal (1836-79).                                                  
 
Un ejemplo es: “Oh por mil lenguas para cantar alabanzas a mi gran Redentor”. Expresado de forma cotidiana viene a ser: “Me gustaría poder alabar adecuadamente a mi Redentor”. Pierde intensidad. La expresión “mil lenguas” también significa mil idiomas. En tal caso estaría diciendo: “Me gustaría poder alabar a mi gran Redentor con todos los idiomas del mundo”, u “Ojalá que la alabanza de mi boca fuese multiplicada por mil”.  Implícitamente está diciendo que nunca podría expresar lo suficiente la alabanza que es debida a nuestro Redentor. La poesía es más compacta, más gráfica, más elevada, y da más que pensar. 
Oh, for a thousand tongues to sing /Oh por mil lenguas para cantar
My great Redeemer’s praise, / La alabanza de mi gran Redentor,
The glories of my God and king,/ Las glorias de mi Dios y Rey,
The triumphs of His grace! / Los triunfos de su gracia.
                                                        Charles Wesley, 1707-88
 

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