ISAÍAS 65 (3)

Concluimos nuestro breve comentario de este hermoso capítulo con esta meditación.
 
“20No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. 21Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. 22No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. 23No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. 24Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. 25El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová”.
 
Esta es la Nueva Jerusalén donde no habrá nada de lo que nos hace sufrir ahora. No habrá niños que mueren con pocos días, porque no habrá muerte (Is. 25:7, 8). El poder de la muerte será destruido. No habrá pecadores de cien años o de cualquier otra edad, porque el pecado no entrará en esta ciudad santa. “La muerte no tendrá presencia y el pecado no tendrá poder” (Motyer). No habrá guerras en que los ciudadanos de la Nueva Jerusalén pierden sus casas y sus campos de cultivo al enemigo, porque sencillamente, no habrá guerras. Todo será paz y justicia. Los escogidos disfrutarán de la obra de sus manos. Habrá trabajo productivo, propiedad protegida, no habrá frustración, ni disgustos, como, por ejemplo, el de tener hijos rebeldes, sino que nuestros hijos serán linaje bendito de Dios, ¡nuestros descendentes con nosotros!, tal como Dios prometió a Abraham (Gen. 17:17). Tendremos la presencia de Dios con nosotros, y, por lo tanto, la oración tendrá su respuesta inmediata. “El lobo y el cordero serán apacentados juntos”:  La naturaleza será redimida y restaurada y habrá paz y gozo en todo el santo monte de Dios.
 
Esta es la hermosa herencia de los siervos de Dios. De buena gana Dios lo quería para el eterno disfrute de todo lo que se llama “Israel”, pero la mayor parte de ellos escogieron otra cosa, lo que a Dios no le agrada, y finalmente su elección no les agradará a ellos tampoco. Pero los “escogidos” tendrán gozo perpetuo. A ellos Dios dice: “Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado… en los cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13). Nuestra esperanza es brillante más allá de toda expresión humana. Alabado sea nuestro bendito Dios.   

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