ISAÍAS 65 (2)

Continuaremos con nuestro breve comentario sobre los deleites que esperan al auténtico pueblo de Dios, a los que Él denomina “mis escogidos”, “mis siervos” y “mi pueblo que me busca”. Ellos forman el verdadero Israel que está compuesto de judíos y gentiles (65:1-3), pues Dios se reveló a los que no lo buscaban, a los gentiles, pero muchos de los que llevaban el nombre de ser su pueblo se obstinaron y esquivaron su abrazo. Eligieron más bien ir por malos caminos abandonando a su Dios. No todos los judíos entraban en esta categoría, porque había un remanente que lo conocía de verdad y servía de corazón.
 
“13Por tanto, así dijo Jehová el Señor: He aquí que mis siervos comerán, y vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, y vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, y vosotros seréis avergonzados; 14he aquí que mis siervos cantarán por júbilo del corazón, y vosotros clamaréis por el dolor del corazón, y por el quebrantamiento de espíritu aullaréis. 15Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos, y Jehová el Señor te matará, y a sus siervos llamará por otro nombre. 16El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos”.
 
Por lo tanto, “los siervos de Dios” comerán, cantarán de gozo, y recibirán un nuevo nombre, pero los otros, los del otro grupo, pasarán sed, tendrán vergüenza, experimentarán angustia, su nombre será una maldición, y morirán. Pero “sus escogidos” olvidarán sus sufrimientos estando en los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra que Dios creará. 
 
Entre líneas vemos cuánto ama el Señor a sus siervos, sus escogidos. Ama a todo lo que se llama Israel, pero los otros lo han rechazado y han quebrantado su corazón. 
 
Cielos nuevos y tierra nueva
 
“17Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. 18Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. 19Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor”. 
 
Alegría y gozo son las palabras que se repiten vez tras vez en estos versículos. Son un verdadero reflejo del corazón de Dios para sus hijos amados, aquí referidos como sus escogidos, sus siervos y el pueblo que lo busca. Son el verdadero Israel de Dios, este pueblo compuesto de judíos y gentiles que conocen y aman al Señor. Dios hará una nueva creación para su disfrute, una que supera la primera, porque el enemigo no tendrá acceso a ella para destruirla. En ella no habrá más llanto, ni voz de clamor. Las lágrimas estarán para siempre secadas por la mano amante de nuestro Padre Celestial.  

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