¿POR QUÉ TENEMOS UN ADVERSARIO? (4)

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:28).
 
Lectura: Gen. 50:15-20.
 
Dios usa el mal para bien.
 
Tenemos un adversario porque Dios quiere utilizarlo para que le sirva, para este fin lo creó, y lo hace convirtiendo el mal que el Adversario planea en bien para así dar gloria a su Nombre y para santificar a su pueblo. José es un ejemplo excelente de este principio. Sus hermanos lo vendieron como esclavo a los ismaelitas, y ellos, a los egipcios, y José pasó por vergüenzas y cárceles, pero Dios usó todo este sufrimiento para prepararlo para trabajar como administrador de todo el grano de Egipto y así salvar a muchas naciones, incluyendo a los israelitas, de la muerte.
 
Dios usó todo el sufrimiento de Job para bien. Job salió de la prueba con un conocimiento de Dios imposible de obtener de cualquier otro modo. Y éste es el propósito de Dios, no nuestra felicidad, sino que lo conozcamos a Él: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar; en entenderme y conocerme” (Jer. 9:24). Es difícil conocer a Dios. Es justo lo que el diablo no quiere, pero es precisamente lo que Dios lleva a cabo en medio de todo el mal que nos pasa: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador” (Is. 43:2, 3). Seguramente la intención del maligno es ahogarnos, y quemarnos vivos, pero Dios se muestra Salvador nuestro en medio de estas circunstancias límites. La intención del enemigo no prevalece.
 
El mejor ejemplo que tenemos de este principio es la cruz de Cristo. Fue la peor cosa que ha pasado en la historia del mundo, el acto más injusto, el crimen más atroz que ha cometido la humanidad, el hombre matando a su Dios y Creador. Es el colmo de la rebeldía del hombre contra su Dios. Y también la obra magna del diablo. Fue orquestada por Satanás mismo para quitar de en medio a su rival para siempre, aprovechando que estaba en forma humana y vulnerable a la muerte. ¡Y cómo se equivocó! No sabía que Dios iba a usar esta muerte para la salvación de la raza humana: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Cor. 2:7, 8).
 
El diablo fue una parte necesaria del plan de Dios para el universo. Ya vendrá el día de los nuevos cielos y la nueva tierra con una nueva humanidad que no podrá ser tentada, porque no habrá una serpiente en el Paraíso, solo Dios paseando con el hombre en el frescor de la tarde. Ahora es el día de la preparación.

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