EL LIBRO DE AMÓS (35)

“En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y los edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto” (Amós 9:11, 12).
 
Lectura: Amós 9:11-15.
 
El futuro glorioso de Israel (1)
 
Los profetas solían hablar del futuro glorioso de Israel en términos que evocaban los recuerdos entrañables del pasado. Pensaban en cuando Israel ocupaba todo el terreno que Dios les había prometido: “Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová, Dios tuyo” (9:15). Piensan en el reino davídico, cuando Israel estaba unido en su pleno apogeo: “yo levantaré el tabernáculo caído de David”. Según el comentarista, la palabra tabernáculo es usada en el Antiguo Testamento mayormente en conexión con la Fiesta de los Tabernáculos, la quinta visión de Amós. Fue durante la limitación de la Fiesta de los Tabernáculos cuando el rey ocupó un lugar central junto al altar (1 Reyes 12:32). Simbolizaba al rey como sacerdote mediando entre el pueblo y Dios, “quizás inclusive cumpliendo su función como sacerdote según el orden de Melquisedec” (Motyer). Este autor defiende esta conjetura con 2 Samuel 5:5 y ss., diciendo que, cuando David capturó Jerusalén, encontró que el sacerdocio real de Melquisedec aún estaba intacto y activo en este lugar. Según el Salmo 110, el Mesías había de cumplir ese papel. Dice: “forma el trasfondo perfecto para el sacerdocio a la manera de Melquisedec, desempeñado por Jesús, quien nació del linaje de David en la tribu de Judá”. Según esta línea de pensamiento “levantar el tabernáculo de David” significa que vendría el gran Rey-Sacerdote, perfectamente aceptable a Dios, que traería seguridad y refrigerio a su pueblo (consultar Is. 4:5, 6; Is. 32:1).
 
La esperanza mesiánica en el Antiguo Testamento es que el Mesías reinará sobre todas las naciones. Esto queda reflejado en las palabras: “para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones”. Esto significa una conquista y una incorporación de los gentiles para formar un solo pueblo con Israel, pues estarán unidos en el nombre de Dios. En este caso la conquista es espiritual por medio de la predicación del evangelio. Cuando los gentiles fueron añadidos a la iglesia, en el Concilio de Jerusalén Jacob usó precisamente este pasaje de Amós para justificación bíblica de que los gentiles podían ser copartícipes en las cosas del Señor Jesús en igualdad de condiciones con los judíos (Hechos 15:12-19).  
 
Amós también profetiza un Edén restaurado: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán” (9:13). Será el final de la maldición de Dios sobre la tierra, y la restauración de su hermosura y plenitud.

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