EL LIBRO DE AMÓS (22)

“Ahora, pues, oye palabra de Jehová. Tú dices: No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac. Por tanto, así ha dicho Jehová: …”. (Amós 7:16, 17, R. V).
 
Lectura: Amós 7:12, 13, 16, 17.
 
El sacerdote Amasías se indignó con Amós y le dijo que huyese a Judá y no profetizase más en Israel, y Amós respondió abriendo la boca con una profecía contra él por su falta de respeto y fe en la Palabra de Dios. El sacerdote Amasías tenía a Amós por un falso profeta, pero el falso era él; era un falso sacerdote de una religión inventada por hombres. Amos le dijo: “Ahora, pues, oye palabra de Jehová. Tú dices: No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac. Por tanto, así ha dicho Jehová: Tu mujer será ramera en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra” (7:16, 17). ¡Tremenda profecía en contra del falso sacerdote incrédulo!
 
Vamos a mirarlo por partes. Lejos de dejar de profetizar, Amós profetizó contra él. El profeta no se dejó intimidar por este hombre. Temía mucho más a Dios que a los hombres. No dio esta profecía para vengarse, sino porque Dios se lo había puesto en la boca. Amós sabía reconocer la voz de Dios, y sabía obedecerla. La primera cosa que le dice es que su mujer quedaría separada del resto de la familia, sola en Israel y no tendría otro medio de vida sino la prostitución, una vergüenza para su marido, y también algo que le rompería el corazón. Después le informa que sus hijos morirán en la terrible invasión de una potencia extranjera, en una guerra de la cual había hablado antes. Esto significaría que él también se quedaría solo. Después se entera que va a perder sus tierras y que serán repartidas. Esto nos dice que el hombre había sido rico y que tenía tantas tierras que se podrían repartir entre varias familias. Y lo último es que él mismo viviría para ver ocurrir todo esto. Perdería su oficio. Entonces sabría que el mensaje de Amós efectivamente había sido palabra de Jehová. También que su ministerio como sacerdote era falso. También que había estado persiguiendo a un verdadero profeta y que había rechazado la Palabra de Dios. Y, por último, que su país quedaría destrozado. Vería que Dios no estaba de su parte. ¿Todo esto lo llevó al arrepentimiento? Parece que no, porque si fuera a arrepentirse, lo habría hecho antes de ser llevado cautivo. Tuvo tiempo, pero no lo hizo, porque si lo hubiese hecho, Dios le habría perdonado y no le habría pasado todo esto tan terrible.   
 
La plomada de Dios lo había evaluado y lo había encontrado torcido. Todo lo que él había construido en la vida iba a caer desplomado. Mientras tanto, el profeta de Dios había sido medido por la misma plomada y fue hallado recto.

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