EL MENSAJE DE 2 JUAN (1)

“Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre” (2 Juan 4).

Este es el libro más breve que tenemos en la Biblia, con solo 13 versículos. El propósito de la carta es hablar acerca de la hospitalidad cristiana a los misioneros itinerantes. En el siglo I predominaba la Paz Romana. Era fácil viajar debido al buen sistema de carreteras, y era fácil comunicarse por el idioma que todos tenían en común. Pero faltaba buen alojamiento. Las posadas eran sucias y de mala reputación. Así que los predicadores y evangelistas itinerantes se quedaban en casa de los cristianos en sus viajes misioneros. Hasta ahora, bien. Pero había maestros que predicaban un evangelio falso que circulaba entonces. ¿Cómo distinguir entre un verdadero creyente y uno que no lo es? ¿Cómo tenían que recibir a los que eran falsos?  La carta del apóstol contesta a estas preguntas. Juan dice que los creyentes deben dar hospitalidad:

  1. Si el misionero proclama la doctrina de Cristo: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (v. 7).
  2. Si ha salido por amor a Cristo. Su motivación para estar en la obra ha de ser buena. “Y este es al amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio” (v. 6).
  3. Si tiene buena actitud en cuanto al dinero y el alojamiento. Que su motivación no sea lucrativa.
  4. Si tiene buena conducta moral. Que sea de buen testimonio.

Esto, en términos generales, fue el criterio a usar en cuanto a dar hospitalidad a los predicadores ambulantes. Entraremos en más detalle más adelante.

En cuanto al texto de la carta, vamos a mirar los versículos:

“El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad” (v. 1). “El Anciano” fue el título de Juan, así era conocido. “La señora elegida” es una iglesia local y “sus hijos” son los miembros de esta iglesia. No se sabe por qué Juan lo dice con tanto misterio. Lo que notamos es que los ama de verdad, mientras que los falsos profetas, no. Éstos los estaban utilizando para sus fines egoístas. También se nota la estrecha relación entre el amor y la verdad. La verdad unifica. El versículo 4, que figura en el encabezamiento, nos habría extrañado, pero Juan es realista. No todos los creyentes de una iglesia andan en la verdad, conforme al mandamiento de amar. ¡En lugar de lamentar a causa de los que no lo hacen, Juan se regocija con los que sí! Esto es muy positivo y saludable. La fe y el amor son señales del nuevo nacimiento. El amor cristiano no es una emoción, es más bien acción. El amor y la obediencia también van juntos, son el resultado de una obra de Dios en nosotros. La fe conduce a la obediencia, y lo que obedecemos son los mandamientos. El mandamiento que los engloba todos es el de amar. ¡Es hermosa esta “religión” nuestra! ¡Cómo destaca en comparación con otras prevalentes en nuestros días que hacen todo menos amar! Nuestro Dios es un Dios de amor. 

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