EL LIBRO DE AMÓS (9)

“Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová el Señor” (Amós 4:6).

Lectura: Amós 4: 6-12.

¿Qué hizo Dios para llevar a su pueblo al arrepentimiento?

  1. “Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová el Señor” (Amós 4:6). Dios les hizo pasar hambre para que clamasen a Él, para que averiguasen lo que andaba mal, por qué no estaba supliendo sus necesidades básicas, pero no se volvieron al Señor.
  2. “También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice Jehová” (4:7,8). Dios detuvo la lluvia, pero no se volvieron al Señor.
  3. “Os herí con viento solano y con oruga; la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestras viñas, y vuestros higuerales y vuestros olivares; pero nunca os volvisteis a mí, dice Jehová” (4:9). Dios les mandó plagas y moho para destruir sus cultivos y langostas para devorar todos los olivos, pero no se volvieron al Señor.
  4. “Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová” (4:10). Les mandó plagas, mató a los jóvenes en la guerra, llevó lejos los caballos. El hedor de muerte llenó el aire, pero no se volvieron al Señor.
  5. “Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová” (4:11). Dios destruyó algunas de sus ciudades, pero no se volvieron al Señor.

Pero no se arrepintieron. ¿Entonces qué hará Dios?
Dios les mandó hambre, sequía, plagas, guerra, y destrucción, todo con la intención de llamarles la atención y hacer que clamasen a Él, que se arrepintiesen y volviesen a Él, pero no respondieron. No se volvieron al Señor. Nada surtió efecto. “Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel” (4:12). Ahora les espera el juicio final. Han gastado todas sus oportunidades de salvación. Solo les queda “horrenda expectación de juicio” (Heb. 10:27). El Nuevo Testamento revela al mismo Dios. El Dios a quien tienen que dar cuentas es “el Señor quien forma las montañas, agita los vientos y da a conocer sus pensamientos a la humanidad. Él convierte la luz del amanecer en oscuridad y marcha sobre las alturas de la tierra. ¡El Señor Dios de los Ejércitos Celestiales es su nombre!” (4:13, NTV).    

¿Qué pasó?
Cincuenta años más tarde Dios envió al terrible ejército de Asiria contra Israel (el reino del norte) y la nación fue raída de la faz de la tierra: la muerte y el juicio final. 

    

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