“Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: traed, y beberemos. Id a Betel, y prevaricad; aumentad en Gilgal la rebelión, traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días. Y ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado, proclamad, publicad ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el Señor” (Amós 4:1,4,5).
Lectura: Amós 4:1-5 en la NTV.
¿Qué forma toma la religión falsa hoy? (1)
Muy parecida a la forma que tomó en tiempos de Amós. Ya hemos visto que vivían vidas cómodas, cumplían con los ritos y ceremonias que sus sacerdotes habían prescrito. No eran ateos. Creían que estaban adorando al Dios de Israel. Asistían a los cultos, presentaban sus ofrendas y diezmos, creían, pero no cumplían con lo que Dios había mandado en su Palabra. Es mucho más fácil cumplir con la iglesia que con Dios.
Los cultos:
En términos generales, hoy el culto se centra en la música más que en la Palabra de Dios. La música no enseña, no hace parar y reflexionar; excita y toca las emociones. Los mensajes no confrontan los pecados de los creyentes como hacían los de Amós. No tocan los temas actuales peliagudos. Al contrario, confirman a los asistentes en la idea de que Dios no les exige nada. Las predicaciones no advierten que muchos de los allí sentados están encaminados a una eternidad perdida. No llaman al arrepentimiento. No se predica el evangelio de la Cruz, del arrepentimiento, del alto coste de seguir a Cristo, y del sacrificio. No hablan del infierno. Amós sí que confrontaba; hablaba de la ira de Dios y del juicio. No se ofrenda sacrificialmente a favor de la propagación del evangelio en otros países. Las reuniones de oración no están abarrotadas rogando por la obra en países musulmanes, ni por los obreros perseguidos. Los varones no toman el liderazgo: no oran en los cultos, no presiden, no dan informes misioneros, no leen las Escrituras ni comparten lo que han recibido de Dios, pocos pueden predicar o exponer un texto, y las mujeres llenan el vacío. No hay grupos que salen de las iglesias para evangelizar, ni hay clases para formar a la gente en la evangelización. Muchas veces no hay ningún estudio bíblico entre semana. No se tiene conocimiento de las Escrituras. La gente no comparte las cosas de Dios en sus conversaciones particulares después de los cultos, no hablan entre sí del mensaje que han escuchado, más bien salen con prisas, contentos, porque el culto, aunque ha sido muy bonito, ya ha acabado. Están satisfechos con su religión.
Así era en tiempos de Amós y ya sabemos lo que pasó. Lo que nos llama la atención y nos impresiona es que estaban convencidos de que iban bien y que estaban agrando a Dios. Es para hacernos temblar. Es para coger las Escrituras y hacer un estudio para nosotros mismos acerca de lo que quiere Dios ver en la vida de sus hijos. Pablo habla de los “creyentes” que “tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Tim. 3:5). ¿Mi fe funciona? Esto es lo que tengo que averiguar.
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