“Beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y (pero) no se afligen por el quebrantamiento de José. Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres” (Amós 6:6, 7, R. V.).
Lectura: Amós 6:8-14.
Este oráculo del profeta Amós está dirigido a los líderes políticos del país de Israel. Uno preguntaría por qué Dios se preocupaba por la política además de por la vida religiosa. Porque Israel era un estado bajo Dios. Todo era “iglesia”, por decirlo así. El país era gobernado por la Ley de Dios. La vida religiosa incluía la parte del culto, el gobierno y la vida cotidiana. El conocimiento de Dios debe manifestarse en todos los aspectos de la vida. Lo mismo es verdad con el creyente de hoy. Su vida política, social y religiosa tiene que estar bajo el gobierno de Dios. Si es ejemplar en la iglesia, pero corrupto en el trabajo, su espiritualidad falla. Una iglesia con miembros que no tienen sus familias y su vida social bajo el gobierno de Dios será disciplinada por Dios. Puede explicar por qué hemos visto la desaparición de muchas iglesias en nuestros días.
En los versículos que encabezan nuestra meditación de hoy se ve que los líderes políticos bebían grandes cantidades de vino y usaban perfumes costosos, pero no les preocupaba la injusticia de su país, es decir, “no se afligían por el quebrantamiento de José”. El uso del nombre “José” para representar a Israel nos recuerda la historia de José. Sus hermanos se sentaban al lado del pozo ignorando el llanto de su hermano mientras comían y bebían (Gen. 37:23-25; 42:21). Así estaban los gobernantes de Israel: disfrutaban egoístamente de la buena vida mientras que los pobres bajo su responsabilidad sufrían hambre, impuestos exagerados, la confiscación de sus bienes y la injusticia en los tribunales. Esto provocó la ira de Dios, pues el bien de la comunidad siempre debe estar por encima de la autosatisfacción.
Todos debemos buscar la paz con Dios con sus condiciones. Consisten en caminar con Él en todos los aspectos de la vida, pero: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieron de acuerdo?” (Amós 3:3). Ellos decían que Dios estaba con ellos, pero no habían cumplido las condiciones: “Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio. Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís” (5:15, 14). Pero aquel no era su caso. Así que cuando vino la crisis y atacó el enemigo no estaban en condiciones para clamar a su Nombre para pedir su ayuda: “No podemos mencionar el nombre de Jehová” (6:10, NTV). Su orgullo los había separado de Dios: “Dios resiste a los soberbios” (Stgo. 4:6). “El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: Desprecio la arrogancia de Israel y odio sus fortalezas. Entregaré esta ciudad a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella” (6:8, NTV). Creyendo que iban bien, iban mal, y el resultado fue trágico.
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