“Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?” (Job 38:2).
Lectura: Prov. 2:1-8.
“Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz… entonces entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Dios da sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Él provee de sana sabiduría a los rectos… y preserva el camino a sus santos” (Prov. 2:1-8). Job tiene sabiduría. No está sin entendimiento. El conocimiento, la sabiduría y la justicia van juntos. Son parte del mismo paquete que es el “temor a Dios”.
En el capítulo 40, Dios va a continuar hablando acerca de su rival. Él es el que entró en una apuesta con Dios en el capítulo 1 para ver si podía conseguir que Job se apartase de Dios y para poner a Dios en contra de Job. Su método fue acusar a este hombre justo de tener motivaciones falsas en su piedad. El enemigo quiere destruir la unión entre Dios y Job. Él es el acusador de los hermanos delante de Dios: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Rom. 8:33-35). Esto es lo que Satanás intentó hacer: separar a Job de Dios y a Dios de Job. Pero no lo logró: “Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es un Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 8:37-39).
“El Señor dijo también a Job: “¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende? ¡Que le responda a Dios quien se atreva a acusarlo!” (Job 40:1, 2, NVI). “Además respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto” (Job 40:1, 2, R. V.). Job no tiene que contestar, el que contiende con Dios es el que tiene que responder si es sabio discutir con Él. La contención entre Satanás y Dios era si Job era justo o no. Dios mantenía que sí, mientras Satanás mantenía solo amaba a Dios por lo que podía sacar de Él. El que contiende con el Omnipotente es el acusador: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:10). ¿Quién contiende con Dios? El acusador de los hermanos, Satanás.
Tú y yo tenemos el mismo enemigo que tuvo Job, el que nos acusa para separarnos de Dios por sentirnos indignos. La victoria viene por medio de la intercesión de Cristo, por la limpieza de todo pecado que tenemos al estar en Él. El enemigo no tiene nada de qué acusarnos porque: “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. Amén.
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