“Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Y murió Job viejo y lleno de días” (Job 42:16, 17).
Lectura: Job 42:12-17.
¿Cómo ganó Job en la lucha contra el diablo?
Ganó por medio del sufrimiento, por someterse a la voluntad de Dios, por mantener su fe en Dios a pesar de no poder sentir ni su amor ni su presencia en la oscuridad de la prueba. Job sufrió vituperio, burla, falsas acusaciones, la pérdida de su reputación, desprecio, rechazo y condenación. Perdió la salud y su cuerpo fue destruido, pero todavía mantuvo su fe en Dios. ¿No anticipa al Señor Jesús? ¿No es este el mismo método que Jesús usó para derrotar al enemigo de nuestras almas?
El camino hasta arriba es por abajo. Lo expresa así el antiguo escritor de himnos: “Como víctima ganó la batalla”. Se humilló y Dios le exaltó. La humillación fue de su parte y la glorificación por parte de Dios, porque Dios exalta a los humildes: “Jehová exalta a los humildes, y humilla a los impíos hasta la tierra” (Salmo 147:6). María lo celebra en su famoso himno: “Porque ha mirado la bajeza de su sierva. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes” (Lu. 1:48, 52). Esta es una sabiduría que Satanás nunca conoció. Quiso ganar el trono del cielo luchando contra Dios (Ap. 12:7), en contraste, a Jesús el trono le fue dado por someterse a Dios (Fil. 2:8, 9). Si nosotros queremos ganar, este es el camino.
“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Heb. 2:10). “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Heb. 5:8). Jesús, el perfecto Hijo de Dios, fue perfeccionado por el sufrimiento, y Job, a quien Dios declaró perfecto (Job 1:1), también fue perfeccionado por medio del sufrimiento. Así funcionan las cosas en el reino de Dios. El Job que tenemos al final del libro no es el mismo Job del principio. Es más puro, más sabio, más humilde, más temeroso de Dios y más hermoso.
¡Aleluya! el Cordero,
De mi vida el sostén,
Triunfó en el madero
¡Aleluya! amén.
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