“Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8; 2:3).
Lectura: Job 42:7, 8).
En los dos incidentes en que Dios conversa con Satanás, Dios le pregunta de dónde viene y Satanás le contesta: “De rodear la tierra y de andar por ella” (1:7 y 2:2). ¿Con qué propósito rodea la tierra? Pedro nos lo dice: “Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Entonces Dios pregunta a su adversario: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?”. La respuesta es que sí. El diablo sí que se ha fijado en Job. Le había molestado su temor a Dios y había pensado en cómo destruirlo. Deseaba hacer todo lo posible para que Job defraudase a Dios, para poder echarle en cara al Señor que de todos los seres que había creado no tenía a nadie que lo amase de verdad, que su creación era un fracaso. Dios consiente a una apuesta con su adversario manteniendo que, por mucho que le hiciese, Job no se apartaría de Él. Job es un botón de muestra de que el hombre es capaz de amar a Dios aun si Dios permite gran sufrimiento en su vida. Job fue el siervo de Dios. Su servicio consistía en demostrar que el hombre puede amar a Dios de verdad.
Este es tu caso. Satanás ha ido rodeando la tierra y se ha fijado en ti y hará todo lo posible para que tú abandones a Dios para hacer que Dios quede mal, como injusto, como poca cosa, no digno de la devoción de tu corazón, no interesante, sin nada de importancia que ofrecerte. En este contexto entra el sufrimiento en tu vida, y, por medio de ello muestras que Dios es digno de tu devoción a pesar del precio que tienes que pagar para serle fiel. En esto sirves y glorificas a Dios y cumples el propósito de Dios en tu vida.
Al final del libro de Job Dios se refiere a él cuatro veces como su siervo (42:7, 8). Job cumplió el propósito de Dios. Se mantuvo fiel en las pruebas que Dios permitió en su vida. Eran muy grandes porque la fe de Job era muy grande y pudo soportarlas.
Cuando Dios presenta a su Hijo al mundo emplea el mismo término: “He aquí mi Siervo” (Is. 42:1). El propósito suyo fue traer justicia al mundo y derrotar al enemigo. Por su muerte nos justifica para vivir vidas de justicia en medio de este mundo maligno y perverso.
Yo soy la sierva de Dios. He sido justificada para vivir una vida de justicia. Si lo hago, el diablo se fijará en mí y hará todo lo que Dios le permita hacer para que me aparte de Dios y haga daño a su causa. ¿Estoy preparada para ello? ¿Estoy agarrada firmemente al Señor para mantenerme fiel no importa lo que me pase? El Señor Jesús nos advierte con mucho amor: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apoc. 2:10).
Copyright © 2022 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.