JOB ENTIENDE

“Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo reconozco que todo lo puedes. Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba de lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía” (Job 42:1-3).
 
Lectura: Job 42:1-6.
 
Job ahora entiende. Entiende que hay uno que intenta confundir, entorpecer, impedir y abolir el consejo de Dios. Él ignoraba la existencia de este ser maligno hasta que Dios no se lo reveló, y juntamente con el conocimiento de la obra del adversario Job ha ganado un aprecio de la grandeza de Dios, de su inteligencia en la Creación, de su superioridad en el control sobre el adversario, y del alcance de su soberanía. Ve más de la majestad de Dios en su manejo del universo de acuerdo con su voluntad soberana a pesar del diablo. La respuesta de Job es humillarse aún más delante de Dios. Se ve pequeño y finito, y así es: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (42:5, 6). Es la reacción que corresponde delante de la omnipotencia de Dios. Es lo que todo ser humano debe hacer. Es lo que hizo Isaías en el templo delante de la revelación de la gloria de la santidad de Dios (Is. 6:5), y es lo que hizo Juan cuando vio al Señor Jesús en su gloria y soberanía: “Cuando le ví, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: no temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo y estuvo muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Ap. 1:17, 18). Jesús tiene autoridad sobre el arma de Satanás y sobre su residencia.
 
Job no se arrepintió de ningún pecado, sino de su pequeña y finita condición humana delante de la infinidad de Dios. No cometió ningún pecado durante este largo período de prueba. Su respuesta a la prueba tiene la aprobación de Dios: “Y aconteció que después que habló Jehová esta palabra a Job, Jehová dijo a Elifaz temanitaMi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job” (42:7). Job habló lo recto de Dios estando en la densa oscuridad satánica en la cual no vemos a Dios y estamos tentados a pensar cosas muy malas e incorrectas de Él. Sus amigos sacaron una caricatura de Dios que no correspondía a su Persona. Veían a Dios con simpleza, como un Dios que bendice a los buenos y trae sufrimiento sobre los malos. Así que, si tú sufres, eres malo. Con esta regla de tres, Dios solo trae lo bueno y no permite que nada malo acontezca a los buenos. Si nos pasa algo malo es por nuestra culpa, hemos de arrepentirnos, y todo nos irá bien. Estos no son los designios de Dios, ni corresponden a la verdad del hombre: No hay buenos. Una muestra de la grandeza de Dios es que usa el sufrimiento para bien. El sufrimiento de Cristo, que fue el más grande, llevó a cabo el mayor bien, que es nuestra salvación. Dios usa nuestro sufrimiento para nuestra santificación. En manos de Dios es útil.
 
¿Confiamos en su amor en todo lo que permite en nuestras vidas? ¿Creemos que Él es bueno en todo lo que permite? ¿Confiamos en su infinita sabiduría? Como dijo Job: “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (2:10). ¿Confiamos en Dios mientras dure lo malo? Las cosas de Dios no son simples. Hemos de confiar en su manejo del mal y creer que su sabiduría supera la nuestra.

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