“Por tanto, yo hablaba lo que no entendía” (Job 42:3).
Lectura: Job 42:1-4.
Antes de escuchar el discurso de Dios, Job ignoraba la existencia de Satanás y su obra. La mayoría de la gente del mundo no tiene ninguna explicación para la existencia del mal. No saben que existe el diablo, cuáles son sus propósitos, pretensiones, limitaciones, o cuál es su fin. Intentan explicar la vida y la existencia del mal, sin tener en cuenta al diablo. Culpan a Dios por todo lo malo, o piensan que “tiene que haber un algo”, o que Dios no existe, y no tienen ni idea de dónde viene el mal, y menos aún de cómo se soluciona. Explicar el problema del mal sin tener en cuenta la existencia de Satanás es errar mucho. Es menester entender la Creación, la Caída, la soberanía de Dios, su capacidad de llevar a cabo sus designios a pesar del diablo, además de cómo todo sirve para bien dentro de sus propósitos, la cruz, el evangelio del reino y la segunda venida de Cristo para que la vida tenga sentido. Si no, nada tiene sentido, la vida no tiene propósito y es absurdo.
Dios aborda todos estos temas en el libro de Job. El libro da una visión completa del universo, del bien y del mal, de Dios y de su soberanía, y de cómo encaja el diablo dentro todo el esquema.
El libro de Job es esencial para nuestra comprensión de Dios y sus propósitos eternos y de que nadie puede estorbarlos. Es de suma importancia saber que hay quien quiere estorbar los designios de Dios, es decir, hay que saber quién es “el que oscurece el Consejo sin entendimiento” (42:3), y que no es Job, sino alguien mucho más poderoso que él, alguien muy mal intencionado. Pensar que Job es el malo del argumento del libro es no entender todo lo que el libro de Job explica. Es interpretar el libro en términos de que Job había pecado en lo que dijo, que finalmente se arrepintió y que Dios lo perdonó sin la necesidad de un sacrificio de sangre por el pecado, cosa que no vemos en las Escrituras, porque: “Sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb. 9:22 y Lev. 17:11). Dios pidió un sacrifico para el pecado de los amigos de Job, pero no pidió ningún sacrificio para Job, porque en todo lo que dijo, no pecó. Mantuvo su integridad.
El Salmo 42 es un ejemplo de cómo el enemigo nos atormenta con preguntas como: “¿Dónde está tu Dios?” (42:3), preguntas que exploran el libro de Job, pero, contestamos: “¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?” (43:2). Necesitamos aplicar la información que contiene este libro para ser victoriosos en la vida cristiana.
“¿Oh por qué, alma mía, dejas que la oscura desesperación
Haga que las mentiras de Satanás aparezcan ser verdades?
Confía en todo lo que tu Dios ha hecho y dicho,
Y sentirás toda su amorosa bondad”.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5, 11; 43:5). Job esperó en Dios y vio su salvación.
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