EL ENEMIGO

“He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti; hierba come como buey. ¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo, o con cuerda que le eches en su lengua? (Job 40:15, 41,1).
 
Lectura: Job 40:15-19.
 
Job ha sido acusado por el diablo de ser falso. La esencia de su prueba no fue la pérdida de sus bienes, ni siquiera de su familia, o su salud o su reputación en la comunidad, aunque todo esto formó parte de su sufrimiento. La parte más fuerte de su prueba fue ser sumergido en la oscuridad satánica. ¿Lo conoces? ¿Sabes lo que es estar en la oscuridad satánica? ¿Has estado allí? Es cuando pierdes toda la luz que tienes y tu entendimiento de todas las cosas y no puedes recordar nada de la verdad espiritual. Dios parece irrelevante. Las Escrituras no tienen sentido para ti como antes lo tenían. Te sientes perdido, desorientado, confundido, y no puedes comprender nada, ni solucionar nada. No encuentras la salida. Pierdes tu comprensión de las cosas y el entendimiento que antes tenías. Así es donde Job se encontraba, y Dios le está enviando luz. Le va a explicar la existencia del Satanás, como es su obra, y cuáles son sus pretensiones.  
 
¿Cómo sales de la oscuridad satánica?  Esta es la oscuridad satánica que el Señor Jesús pasó en la cruz cuando todos los poderes de la oscuridad fueron a por él (Mt. 27:45). Venció por la fe en Dios. Si tú estás allí ahora, el salmo 42/43, que es un solo salmo, nos explica la solución: Dios envía luz. El salmista está siendo llevado a la cautividad. Parece que Dios le ha abandonado: “Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?” (42:3, 10). El recuerdo de los días felices con Dios en el pasado le atormenta (42:4). El salmista ora: “Dios mío, mi alma está abatido en ti; me acordaré, por tanto, de ti” (42:6). Ejercita la fe: “Pero de día su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de vida” (42:10). Está sufriendo la opresión del enemigo, la oscuridad satánica: “Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?” (42:9; 43:2).
 
Tres veces se repete el refrán: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (42:5, 11; 43:5). Pone fe en que Dios le sacará de esta oscuridad. Y clama a Dios diciendo: “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas. Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío” (43:3, 4). Pide luz y verdad. El enemigo nos miente. La Palabra de Dios nos da luz y nos presenta la verdad. La verdad nos ilumina. Solo Dios sabe las verdades que necesitamos oír. Esto es lo que estamos pidiendo, que Dios nos revele las verdades pertenecientes a nuestra situación. Esto es lo que Dios está mostrando a Job, la luz que él necesita tener para salir de la oscuridad satánica en que se encuentra.
 
La luz nos conduce a la presencia de Dios, “a su santo monte”.  Su presencia es luz. Y la luz nos lleva a la cruz, el altar de Dios, donde vemos la relevancia de la cruz a nuestra situación actual. Esta comprensión de la cruz nos quita la angustia y nos da alegría y gozo (43:4), y terminamos alabando a Dios, felices en su presencia. Las circunstancias no han cambiado, pero nuestro estado anímico, sí. Hemos salido de la oscuridad satánica a la luz de la presencia de Dios.

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