EL CONSEJO DE DIOS (1)

“¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?” (Job 42:3). 
 
Lectura: Job 42:1, 2 y Ef. 1:10.
 
Esta es la pregunta clave para entender el libro de Job. Primero vamos a definir “el consejo”. Es un término concreto para la eterna soberana voluntad de Dios que fue determinada antes de que los siglos existiesen. Son los designios eternos de Dios, el plan de Dios para las edades, aquello que Dios había determinado que ocurriese a los largo de la historia. La pregunta significa: ¿Quién es el que quiere cambiar lo que Dios ha determinado en consejo eterno? Y eso sin la necesaria sabiduría, entendimiento, inteligencia e información. ¿Quién? ¿Quién empezó a interferir con el orden de Dios antes de la fundación del mundo, el que se rebeló contra Dios en la eternidad pasada, antes de la creación del hombre? ¿Quién quería instalarse en el lugar de Dios y formular planes alternativos para el gobierno de universo?
 
¿Cuáles son esto planes? ¿En qué consisten los designios de Dios? En pocas palabras y muy resumidas, eran: la formación del Reino de Dios, la creación del mundo material, incluyendo la del hombre, la salvación del hombre por medio de la obra del Hijo de Dios encarnado en el hombre Jesús, su muerte en la Cruz para redimir un pueblo para Dios, la venida del Espíritu Santo para santificar al hombre redimido y hacerlo apto para vivir eternamente como ciudadano del Reino de Dios, el retorno de Cristo y el establecimiento de su Reino en la tierra en los nuevos cielos y la nueva tierra.
 
¿Cuál era el plan alternativo de Satanás? Era establecer su trono a la altura del trono de Dios y gobernar el universo en su lugar. Pero perdió la batalla en el cielo y fue lanzado a la tierra donde ha hecho todo lo que estaba a su alcance para que no se formase el Reino de Dios. Trajo la rebeldía contra el gobierno de Dios a la tierra. Se presentó en el huerto de Edén para poner a su favor al primer hombre que Dios creó. Mató a los profetas que Dios enviaba. Puso a Israel en rebeldía contra Dios. Tentó al Mesías que Dios envió y le ofreció los reinos de este mundo a cambio de adorarlo a él. ¡Esto le habría conseguido autoridad sobre Dios! Jesús no cayó en la tentación. Luego lo crucificó para que no pudiese establecer el Reino de Dios, pero Dios lo resucitó y puso la zancadilla en los planes de Satanás ya para siempre. El trono nunca será suya, sino de Dios eternamente y de su Cristo, y Él reinará por los siglos de los siglos sobre los hombres que lo aman y desean como su Rey. Él será su Dios y ellos serán su pueblo tal como Dios había designado desde hace siempre.
 
Y Satanás y sus ángeles, ¿qué? Terminarán en el infierno para siempre, fracasados en todos sus intentos de entorpecer los designios eternos de Dios. Es más, participarán en su realización, ¡sin querer! ¡Esta es su frustración final!

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